Caída del deseo sexual

Caída del Deseo…  :

“Muchos tienen un amante y otros desearían tenerlo, están los que no lo tienen o  los que lo tuvieron y lo perdieron…Amante es lo que nos apasiona, lo que ocupa nuestro pensamiento antes de quedarnos dormidos y también lo que no nos deja dormir. Nuestro amante es lo que  nos vuelve distraídos frente al entorno, lo que nos hace saber que la vida tiene motivación y sentido…es alguien o algo que nos pone de novios con la vida y nos aparta del triste entorno de durar .” Anónimo . Lydynia de Moscona, Infidelidades en la Pareja.

 

1.1¿Cuándo y  por qué las parejas dejan de estar interesadas?

El objetivo de este capítulo es desarrollar las miradas de distintos autores que han investigado la falta de deseo en las parejas. Hay  diversidad en las teorías pero también muchos puntos de encuentro.

Freud, en “ El creador literario y el fantaseo”( 1908), abre el juego sobre un tema central: el fantaseo y lo describe desde su inicial observación en los niños:

“La ocupación preferida y más intensa del niño es el juego. Acaso tendríamos derecho  a decir: todo niño que juega se comporta como un poeta, pues se crea un mundo propio o, mejor dicho, inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada.”… “Lo opuesto al juego no es la seriedad, sino… la realidad efectiva.”… “Ahora bien, el peta hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo de fantasía al que toma muy en serio, vale decir, lo dota de grandes montos de afecto, al tiempo que lo separa tajantemente de la realidad efectiva… “Así, el adulto, cuando cesa de jugar, sólo resigna el apuntalamiento en objetos reales; en vez de jugar, ahora fantasea. Construye castillos en el aire, crea lo que se llama sueños diurnos.”… “el adulto se avergüenza de sus fantasías y se esconde de los otros, las cría como a sus intimidades más personales, por l común preferiría confesar sus faltas a sus fantasías. Por eso mismo puede creerse el único que forma tales fantasías, y ni sospechar la universal difusión de parecidísimas creaciones en los demás.”… “Los deseos pulsionantes difieren según sexo, carácter y circunstancias de la vida de la personalidad que fantasea; pero con facilidad se dejan agrupar siguiendo dos orientaciones rectoras. Son deseos ambiciosos, que sirven a la exaltación de la personalidad, o son deseos eróticos.”

“El trabajo anímico se anuda a una impresión actual, a una ocasión del presente que fue capaz de despertar los grandes deseos de la persona; desde ahí se remonta al recuerdo de una vivencia anterior, infantil las más de las veces, en que aquél deseo se cumplía, y entonces crea una situación referida al futuro, que se figura como el cumplimiento de ese deseo, justamente el sueño diurno o la fantasía, en que van impresas las huellas de su origen en la ocasión y en el recuerdo. Vale decir, pasado, presente y futuro son como las cuentas de un collar engarzado por el deseo.”

Otra autora, mucho más actual pero siempre en sintonía con lo antedicho, Lydynia de Moscona en “Infidelidades en la pareja” compiló los siguientes conceptos:

Inventar nuevas versiones. La infidelidad fantaseada…,¿una estrategia del deseo?.

“Un lazo que anuda, que liga, erotiza e impregna de misterio las mil y una noches, o mejor, como solía decir Borges, la una y mil noches ya que se trata del cada día y del cada vez otorgándole valor a lo breve, a lo azaroso y a lo sutil que cada encuentro vincular tiene de práctica y de experiencia. Un ir haciendo, un ir siendo, un ir viviendo. El acento recae en lo que acontece en el instante del vínculo” con su cuota de imprevisibilidad, de incertidumbre y de indeterminación que permite construir subjetividad allí donde algo acontece cada vez.”(Lydynia de Moscona, 2007).

Contruir entre ambos un tiempo lúdico que transforme, cree, y di-vierta, en el sentido de verter por otro lado, en un dar y darse tiempo al modo de con-jugar lo que equivale a jugar con y de este modo, abrir un espacio transicional donde seguir contando y compartiendo historias. El juego de la seducción permite rescatar la experiencia de la diferencia y lo enigmático del encuentro con la ajenidad.

Las escapadas mentales por una vida diferente, los sueños que nos acompañan, pueden ser un contraste con la vida que llevamos, pero es lo que nos nutre y vitaliza. Soñar, fantasear, pensar y decir son cosas diferentes…( Schlink, 1997).

En el intento de sostener un vínculo conyugal en el tiempo implica recorrer un largo camino con obstáculos, difíciles de atravesar. Los integrantes de la pareja se encuentran en contacto con otras posibles relaciones donde la seducción-atracción se juega pivoteando con la posibilidad de ruptura del acuerdo. En cada una de estas situaciones se realiza una elección, que implica una ida y vuelta para reencontrarse con cada uno y con la pareja, posicionándose de un modo diferente.

En el siglo XIX el imaginario estaba anclado en el pudor, se presentaban dos tipos de mujeres: El ángel y la zorra, o sea, la idealizada y la degradada.

Freud ya  desarrolló estos temas en “El tabú de la Virginidad” (1917) y  en “Sobre una degradación general de la vida erótica” (1912)  que ampliaremos en otro capítulo.

Recién en el siglo XX la pareja decide consumar el matrimonio por un sentimiento de amor recíproco y surge el concepto de amor romántico. Después de 1930, surge y se instala la idea de que el amor y la sexualidad pueden ir juntos. Se empiezan a unir la corriente tierna y la erótica, hay menos disociación entre amor y deseo, pero para que el deseo permanezca, hay que mantener cierta distancia, cierta ausencia, aceptar la diferencia, la incertidumbre, el enigma.

Lo que permanece como enigmático es lo que garantiza sostener el deseo, el cual nunca logra satisfacerse por completo. En la continuidad de una pareja el deseo va cambiando, y como en todo vínculo hay un trabajo permanente a realizar. El deseo pretende distintas y permanentes experiencias, enriquecimiento, novedades, seducción, incógnitas peculiares que ubican al otro con facetas a descubrir y no con la sensación de conocerlo en todos los sentidos.

Hay que amar mucho al otro para no paralizar su deseo y su falta, traduciéndola a imagen mía. Permitirle al otro ser… de otra manera, ofrecer construir sobre la base de la diferencia. Cuando cada uno de los partenaires se hace cargo de sus deseos, necesidades, dificultades y las explicita en el vínculo, puede que logren una articulación que permita despliegue y la aceptación del deseo, enriqueciendo la relación, con la posibilidad de producir algo diferente, quizá novedoso entre ellos.

Freud, en “Introducción al Narcisismo” (1914), desarrolló los dos caminos para la elección de objeto:

1) Según el tipo narcisista:

  1. a) A lo que uno mismo es (a sí mismo),
  2. b) A lo que uno mismo fue,
  3. c) A lo que uno querría ser, y
  4. d) A la persona que fue una parte del sí mismo propio

2) Según el tipo del apuntalamiento:

  1. a) A la mujer nutricia, y
  2. b) Al hombre protector

Así observamos como las teorías actuales se basan indefectiblemente en los autores que fueron  pioneros en exponerlas y se entrelazan con ellas.

Hay algo que la pareja tendrá que producir a nivel pulsional para que el pasaje de la fijeza del goce a la circulación del deseo sea posible, y para que el goce, a través del trabajo simbólico, quede menguado. En este sentido las fantasías estarían al servicio de relanzar el deseo, en tanto haga posible el trabajo psíquico y la tramitación del goce en el vínculo, que permitiría a los sujetos acceder a una relación que estuviera más movida por el deseo que por el goce sufriente.

Hay relaciones de poder, donde se observa una tendencia a inmovilizar el vínculo. Se trata de capturar y destruir el deseo del otro, quien tiende a mantener una actitud de aceptación y sujeción al deseo de aquél; de modo tal que el desequilibrio de poderes que se da desde el inicio de la relación, se intensifica y la arbitrariedad gobierna a la pareja, erigiéndose el partenaire que detenta los símbolos de poder, cada vez más, como el amo que tiene todos los derechos, que impone su ley al otro y a tomar lo que desea sin restricción alguna.

La tendencia a inmovilizar el vínculo implica la poca disponibilidad o espacio vincular para negociar, pactar modificar acuerdos, cambiar algunas pautas de la relación y complejizarla.

También se observan relaciones pasionales, vínculos de fusión, en donde se coloca el deseo del otro en el lugar propio y se desea lo que el otro desea para uno. El objetivo final en estos vínculos es alcanzar al otro en tanto sujeto que desea para destruir el deseo del otro. Siendo la tendencia a dominar al otro, lo cual le da la medida de su propio poder y le aporta la sensación de omnipotencia anhelada. El dominio refleja una tendencia básica a la neutralización del deseo del otro, es decir, a la reducción de cualquier otredad o diferencia y a la abolición de toda especificidad. Finalmente se trata de la destrucción del deseo del otro. En estas relaciones ambos se necesitan y quedan entrampados en el brillo especular narcisístico. Ellas se sienten vivas compartiendo los destellos que ellos emanan, logrando en forma vicaria un poder, un ser y sólo creen poder subjetivarse dentro de un vínculo sin el cual se sienten desteñidos seres comunes, Los partenaires se nutren de la admiración y devoción que el vínculo les aporta.

En los casos de asimetría vincular nos encontramos en el comienzo del vínculo con un hombre que reviste características de excepcionalidad, ya sea por su enorme reputación, fama, o creatividad, o por ser un hombre de una gran inteligencia o por poseer una enorme fortuna, o una gran empresa. Nos encontramos aquí con mujeres que se fascinan con los destellos de completud que emanan de estos seres, ansiando ellas mismas un tipo especial de completud que sólo pueden lograr conviviendo con los “poderosos”. Son relaciones en las cuales el que ocupa el lugar de poder ejerce tal fascinación sobre los demás, que existiendo en el primero el deseo de alienar, es muy difícil que aquellos con historias de abandonos o carencias infantiles y frustraciones en su deseo de amor, no sean capturados. Se inviste al poderoso como objeto único y necesario, él es el remedio que la restablecerá del estado de desubjetivación en que se hallaba. En este estado de  alienación, el objeto de deseo se convierte en objeto de necesidad. Y sienten la separación de sus amantes como si habitasen en un mundo vacío, como si dejasen de existir. De ahí que se hallen sometidas al exclusivo deseo del otro .Más que “entramados”, estos vínculos estarían “entrampados” o atrapados sin salida.

En análisis de parejas se trabaja para activar el Deseo, para despabilar del letargo. Se trata de generar alguna opción diferente que los habilite a conectarse con lo desconocido del otro. Alguna posibilidad que abra a un juego diferente que descoloque y se deshaga de aquellas vivencias que operan como resistenciales a la vincularidad. La pareja se sigue construyendo siempre, si se naturalizan los desencuentros o los malestares, es como firmar el certificado de defunción del vínculo.

El deseo, el amor, la pasión dentro y fuera del matrimonio siguen siendo interrogantes esenciales en la vida de las personas.

…evolucionar constituye una infidelidad…a los demás , al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo. Tal vez cada día debería contener al menos una infidelidad esencial o una traición necesaria. Se trataría de un acto optimista, esperanzador, que garantizaría la fe en el futuro…, una afirmación de que las cosas pueden ser no sólo diferentes, sino mejores. (Kureishi, 1999)

Hoy, con e-mails, messengers y chats los amantes navegan por redes, que, cual cupidos posmodernos, vehiculizan la dimensión deseante, que no accede a ser domesticada ni atrapada por red alguna. La dificultad más importante consiste en admitir que el otro, real o virtual, siempre es un desconocido y como tal, se resiste a ser anulado en su alteridad y en su ajenidad.(Lydia de Moscona S., 2007)

1.2 El deseo no se detiene jamás:

Lacan

Jacques  Lacan  habló de Deseo, diferenciándolo de necesidad y de demanda. En el Diccionario de Dylan Evans encontramos el  significado que él le dio: “… da idea de una fuerza continua…”, “el deseo es la esencia del hombre”. Cuando Lacan habla de deseo  no se refiere a cualquier clase de deseo,  sino siempre al  deseo inconsciente. El deseo inconsciente es enteramente sexual. El otro gran deseo genérico, el del hambre. No está representado. Sólo es posible reconocer el propio deseo cuando se lo articula en la palabra.

“…incluso después de que hayan sido satisfechas las necesidades articuladas en la demanda, el otro aspecto de la demanda, el anhelo de amor, subsiste insatisfecho, y ese resto es el deseo. El deseo no es el apetito de satisfacción, ni la demanda de amor, sino la diferencia que resulta de sustraer el primero de la segunda”.

“A diferencia de una necesidad, que puede ser satisfecha y deja de motivar al sujeto hasta que surge otra necesidad, el deseo no puede ser satisfecho; es constante en su presión y eterno”.

“El deseo humano es el deseo del Otro”, esta fórmula puede entenderse de muchos modos complementarios:

1) El deseo es esencialmente “deseo del deseo del Otro”, lo que significa deseo de ser objeto del deseo de otro, y deseo de reconocimiento por otro.

2) El sujeto desea desde el punto de vista de otro. El efecto de esto es que “el objeto del deseo humano es esencialmente un objeto deseado por  algún otro”. Lo que  hace deseable un objeto no es ninguna cualidad intrínseca de la cosa en sí sino simplemente el hecho de que es deseado por otro.

Este rasgo universal del deseo es especialmente evidente en la histeria; histérico es alguien que sostiene el deseo de otra persona, que convierte el deseo de otro en el suyo propio.

3) El deseo es deseo del Otro. El deseo fundamental es el de desear incestuosamente a la madre, el Otro primordial.

4) El deseo es siempre “el deseo de alguna otra cosa, puesto que es imposible desear lo que uno ya tiene. El objeto de deseo es continuamente pospuesto, por lo cual el deseo es una metonimia. Lacan presenta la metonimia como un movimiento diacrónico de un significante a otro a lo largo de la cadena significante, en cuanto un significante se refiere constantemente a otro en una posposición perpetua de sentido.

5) El deseo surge originalmente en el campo de Otro, es decir, en el inconsciente.

El Licenciado Gabriel Rolón, basándose en la teoría de Lacan, nos introduce en  definiciones sobre el deseo que logran explicar una gran cantidad de malentendidos amorosos:

La metonimia del deseo  es una manera de decir que el deseo se desplaza siempre de un objeto a otro, que no se detiene nunca, y que no hay manera de satisfacerlo de una vez y para siempre. Todo deseo es básicamente insatisfecho e imposible de inmovilizar. (Rolón, G.,2012. )…Y es muy interesante la  idea de que lo que se tiene se puede perder porque plantea la inexistencia de la certeza en el amor.

“…yo pensé que estaba todo seguro, tranquilo. Y no. Claro, ahora me doy cuenta de que la tendría que haber seguido seduciendo, que debería  haberla cuidado más…”

1.2.2El desafío de amar y desear a la misma persona

En su libro El Psicoanálisis ilustrado, Jorge Bekerman escribe:

“Usted mismo fue, muchos años antes de existir como realidad objetiva en el mundo, mucho antes de berrear y ensuciar pañales, un sueño en la cabeza de su madre. Y puede dar por cierto que la manera en que usted existió como ente abstracto en la imaginación de la niña que fue su madre es mucho más decisiva para su destino que lo que usted se esfuerza cotidianamente por construir para su vida”.

Una vez que ha sabido de la existencia de su madre, de su pecho que lo alimenta y de sus brazos que lo calman, el niño ya ha entrado al mundo del deseo y, cada vez que sienta hambre, sueño o miedo, no podrá evitar que surja ese deseo de que la mamá venga, se haga cargo de sus demandas y lo calme. Ésta es la experiencia que da origen al amor. Porque a partir de esa experiencia, cada vez que vuelva a tener una necesidad, ya estará esperando que venga aquello que lo calma e irá fantaseando el momento de la satisfacción. Y este detalle es fundamental, porque la espera lo introduce al mundo del deseo. Pero siempre habrá algo que queda, un resto de insatisfacción y ése será el motor permanente del deseo humano, ya que este modelo infantil se irá trasladando con los años a todos y cada una de nuestras vivencias’. A falta de instinto los seres humanos hemos desarrollado una fuerza tanto o más movilizante aún: El Deseo. Esa energía que permanentemente  nos impulsa a hacer cosas, armar proyectos laborales o sentimentales, estudiar o hacer un viaje. El deseo que, por ejemplo, toma la forma de la búsqueda del amor, del conocimiento o de la realización de los proyectos personales.

En la “Interpretación de los sueños”(1900), Freud ya nos explica la génesis del deseo:

“El niño hambriento llorará o pataleará inerme. Pero la situación se mantendrá inmutable, pues la excitación que parte de la necesidad interna no corresponde a una fuerza que golpea de manera momentánea, sino a una que actúa continuadamente. Sólo puede sobrevenir un cambio cuando por algún camino (en el caso del niño por el cuidado ajeno), se hace la experiencia de  la vivencia de satisfacción que cancela el estímulo interno. Un componente esencial de esta vivencia es la aparición de  una cierta percepción (la nutrición, en nuestro ejemplo) cuya imagen mnémica queda, de ahí en adelante, asociada a la huella que dejó en la memoria la excitación producida por la necesidad. La próxima vez que esta última sobrevenga, merced al enlace así establecido se suscitará una moción psíquica que querrá investir de nuevo la imagen mnémica de aquella percepción y producir otra vez la percepción misma, vale decir, en verdad, restablecer la situación de la satisfacción primera. Una  moción de esa índole es lo que llamamos deseo; la reaparición de la percepción es el cumplimiento de deseo…” “… Esta primera actividad psíquica apuntaba entonces a una identidad perceptiva, o sea a repetir aquella percepción que está enlazada con la satisfacción de la necesidad.” “… solamente un deseo puede impulsar a trabajar a nuestro aparato psíquico.”

 

La depresión, por ejemplo, término tan usado en estos tiempos, es una enfermedad que se caracteriza por la desaparición del deseo, lo cual provoca una ausencia de proyectos tan marcada que nos deja cara a cara con la muerte, destino final y conocido de todo sujeto humano. Y es ante esta situación que surge la angustia que nos invade dejándonos paralizados e impotentes.

Pero no es necesario llegar a ese extremo para sentir, muchas veces, una pesadumbre que ensombrece nuestra vida. Situaciones de pérdida de trabajo, de pareja o de dificultades cotidianas suelen angustiarnos y quitarnos, aunque no todo, gran parte de nuestro interés en las cosas que hacemos. Aquello que nos entusiasmaba pierde su atractivo y nos sentimos “sin energía para nada”. Pues bien, esa energía que parece habernos abandonado es lo que llamamos Deseo. Y es en esas situaciones en las que se pone en juego la capacidad de seguir deseando de una persona, la cual está íntimamente ligada a la sanidad.

Porque el deseo, es algo siempre insatisfecho, es el que nos impulsa a sobreponernos a estas dificultades, el que nos insta a buscar nuevos horizontes, a volver a empezar a pesar de los tropiezos e intentarlo siempre una vez más.

“Y llegados a este punto, hago una aclaración fundamental. Decir que el deseo es siempre insatisfecho no es lo mismo que decir que alguien deba sentirse siempre insatisfecho y que no pueda disfrutar de los logros alcanzados. Simplemente significa que nadie puede tenerlo todo, que siempre podemos querer alcanzar un objetivo más. Y allí el desafío de la vida. Desear, luchar por conseguir esos anhelos, disfrutar de lo obtenido y comprender que aun así tenemos la posibilidad de inventar un nuevo sueño por el valga la pena seguir viviendo. Intentando ser sujetos atravesados por la palabra y, sobre todo por el deseo. Rolón,G.(2012)

“Dijimos que el amor requiere de una cierta idealización del otro, pues bien, el deseo en cambio necesita degradar al objeto para poder erotizarse.? Y cuál es la dificultad mayor que se le presenta a una pareja? La de poder sostener en una misma relación, es decir, idealizar y degradar, según sea el momento, a la misma persona, lo cual propone un desafío para ambos.” Rolón,G.(2012).

“… él se acercaba desde atrás y la abrazaba y comenzaba a tocarla, ella se enojaba y le decía que no era una cualquiera, que era su esposa, que necesitaba antes de hacer el amor que él la acariciara suavemente, que la mirara, que le dijera que la amaba… y él me decía (al analista) que mientras hacía todo eso que ella le pedía, se deserotizaba.¿ Por qué? Porque ella le volvía tierna una situación que debía ser sexual, y en esa ternura, SE DILUÍA EL DESEO.” Rolón,G.(2012) .

El Amor suele generar la falsa idea de que el enamorado encadena su deseo de manera permanente al ser amado, cuando lo cierto es que el deseo no se deja apresar y continúa su recorrido por muy enamorado que alguien esté. Pero  esta idea está tan arraigada que se hace necesario, entonces, encontrar siempre un problema como causa desencadenante de la infidelidad, pasando por alto que lo problemático es la naturaleza del deseo. La fidelidad debe enfrentarse a la fuerza del deseo que como dijimos, no se detiene por más que estemos enamorados, y el amante fiel le presenta batalla cotidiana a sus tentaciones en pos de algo que considera mejor para él.

…”El arte de amar, les confieso que siempre me ha gustado ese título. Porque pensar al amor como un arte es pensar al enamorado como a un artista, como alguien que construye una obra, que la cuida, que vuelve sobre sus pasos y se corrige, se mejora e intenta dar lo mejor de sí para que el fruto de su trabajo sea algo noble y bello. Ése y no otro es el desafío de toda persona que intenta construir una relación sana…”.

…”por la valentía con la que defendió su deseo y porque, gracias a ella, pude comprobar que todo lo que había estudiado y en lo que creía, era cierto: que es verdad que la sexualidad nos acompaña hasta el último de nuestros días y que se puede pelear por lo que se quiere aunque se deje la vida en el intento. Cuando alguien quiere sanamente y sus sentimientos son nobles, puede ser que enamorarse sea realmente algo maravilloso y que EL AMOR Y EL DESEO PUEDAN CAMINAR JUNTOS PARA SIEMPRE. Rolón ,G.  2012).

1.3 La inteligencia Erótica:

¿Por qué la búsqueda de la seguridad debilita la vitalidad erótica?

La psicóloga belga, Esther Perel, a través de  su libro “Inteligencia Erótica” desarrolla ideas innovadoras y prácticas sobre la duración del deseo:

“El psicoanalista Stephen Mitchell, en su libro Can love last?, explica que todos necesitamos seguridad, esto es, permanencia, fiabilidad, estabilidad y continuidad. Estos instintos de echar raíces, de anidar, están cimentados en nuestra experiencia humana. Por otro lado, también sentimos la necesidad de innovación y cambio: fuerzas generadoras que le dan a la vida su plenitud y energía. Aquí el riesgo y la aventura cobran mucha importancia. Estamos llenos de contradicciones: por un lado , buscamos seguridad y predictibilidad; y, por otro, deseamos la mayor diversidad posible, dice Perel.”

Buscamos que nuestra pareja sea un ancla duradera y fiable. Al mismo tiempo, esperamos que el amor nos ofrezca una experiencia suprema que nos permita elevarnos más allá de nuestras vidas corrientes. El desafío  radica en conciliar la necesidad de lo seguro y predecible con el deseo de buscar lo excitante, misterioso y sorprendente.

Para algunos afortunados, esto casi no representa un desafío. Esta clase de parejas integra fácilmente la tarea de limpiar el garaje con el acto de acariciarse la espalda mutuamente. Para ellos no existe disonancia alguna entre el  compromiso y la emoción, la responsabilidad y el juego. Pueden comprar una casa y también ser traviesos dentro de  ella. Pueden ser padres y también seguir siendo amantes. En pocas palabras pueden unir lo corriente con lo extraordinario. Pero para la mayoría de las parejas, buscar emoción en la misma relación en la que establecemos un vínculo de permanencia constituye un verdadero desafío. Desafortunadamente son demasiadas las historias de amor que se desarrollan de tal manera que se sacrifica la pasión para lograr estabilidad.( Perel,E.).

Actualmente esperamos que el amor, además de proporcionar un sustento emocional, compasión y compañerismo, actúe como una panacea para nuestra soledad existencial. Vemos a nuestro compañero como un baluarte contra las vicisitudes de la vida moderna. Lo diferente es que la vida moderna ha reducido nuestros recursos tradicionales y ha creado una situación en la que acudimos a una persona para que nos brinde la protección y la conexión emocional que antes nos daban una multitud de redes de contactos sociales. Las relaciones íntimas adultas han llegado a sentirse abrumadas por las expectativas.

La emoción que sentimos al inicio de una relación está rodeada de cierta inseguridad, es el resultado de la incertidumbre, luego, al intentar domesticarla, terminamos debilitando la vitalidad de la relación. Al intentar controlar los riesgos que trae la pasión, acabamos con ella. Así nace el aburrimiento matrimonial.

Tendemos a aplacar nuestras ansiedades a través del control. Nos sentimos más seguros si podemos acortar la distancia entre nosotros, maximizar la certidumbre, minimizar las amenazas y contener lo desconocido.

Existe una marcada tendencia en las relaciones duraderas a preferir lo predecible a lo impredecible. Sin embargo, el erotismo florece con lo impredecible. El deseo no va de la mano del hábito y la repetición. Es indisciplinado y difícil de controlar. Una mínima  sensación de seguridad física y emocional es de vital importancia para tener una conexión y placer sanos. Sin embargo, sin un toque de incertidumbre no hay anhelo, ni ilusión ni estremecimiento. La pasión en una relación es proporcional a la cantidad de incertidumbre que se pueda tolerar.

1.3.3 Otra mirada:

¿Cómo incorporamos esta incertidumbre a nuestras relaciones íntimas? ¿Cómo creamos este pequeño desequilibrio? En realidad ya se encuentra allí. Los filósofos orientales saben desde hace tiempo que la inestabilidad es la única constante. Incorporar cierta incertidumbre a veces sólo requiere dejar a un lado la ilusión de la certeza. Al cambiar el punto de vista, reconocemos el misterio inherente a nuestra pareja.

Si queremos conservar el Deseo con una persona  a lo largo del tiempo, debemos tener la capacidad de incorporar una sensación de desconocimiento al ambiente familiar. Según Proust, “el verdadero viaje del descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en ver las cosas con nuevos ojos”. Perel,E.(2010).

1.4 El erotismo implica un riesgo:

Justo cuando pensabas que lo conocías…

Si la incertidumbre es una característica intrínseca en todas las relaciones, también lo es el misterio. En realidad nunca conocemos tan bien a nuestra pareja como creemos. Neutralizar las complejidades del otro nos proporciona una especie de otredad que podemos manejar.

Sin embargo, cuando nos encasillamos a nosotros mismos y a nuestras parejas en identidades fijas , no deberíamos sorprendernos de que la pasión se escape por la ventana. La pérdida se produce en ambos lados. No sólo se termina con la pasión, tampoco se obtiene seguridad alguna. La fragilidad de este equilibrio inventado se torna obvia cuando uno de los dos rompe las reglas del artificio e insiste en incorporar a la relación aspectos más auténticos de sí mismo. Perel,E.(2010).

“…cuando me siento eróticamente vivo, no me preocupo por la muerte y no me preocupo por mi edad… al menos durante algunos instantes…”

1.5 Desmantelando el sistema de seguridad:

El deseo se aviva con lo desconocido y por esa razón intrínseca crea ansiedad. En su libro “Open to desire”, el psicoanalista budista Mark Epstein explica que nuestro entusiasmo por  atrapar ese misterio mantiene vivo al deseo. Al enfrentarnos  a la irrefutable alteridad de nuestra pareja, podemos responder con temor o con curiosidad. Cuando resistimos la necesidad de control, y cuando nos mantenemos abiertos, conservamos la posibilidad de descubrir. El erotismo se aloja en el espacio ambiguo entre la ansiedad y la fascinación. Seguimos interesados por nuestra pareja; nos deleita y nos atrae. Pero, para muchos de nosotros, renunciar a la ilusión de seguridad y aceptar la realidad de nuestra inseguridad elemental es un paso difícil de dar.  Perel,E.(2010).

1.6 La alteridad constituye una condición necesaria para que exista conexión:

Podemos encontrar las bases  del desarrollo de Perel sobre lo amenazante que puede resultar un exceso de cercanía en la pareja en “Lo ominoso” de Freud. “…se trata de lo que es familiar, confortable, por un lado; y de lo oculto, disimulado, por el otro.” “… lo siniestro sería todo lo que debía haber quedado oculto, secreto, pero que se ha manifestado.”

Cuando la intimidad se convierte en fusión, lo que obstaculiza al deseo no es la falta de cercanía, sino la proximidad en demasía. El amor descansa sobre dos columnas: la entrega y la autonomía. Nuestra necesidad de estar juntos coexiste con nuestra necesidad de estar separados. Una no existe sin la otra. Con demasiada distancia, no hay conexión. Pero cuando la fusión es extrema se arranca de raíz la separación de dos individuos diferentes.

Cuando las personas llegan a fusionarse (cuando se convierten en uno), desaparece la conexión. No hay nadie con quien conectarse. Por lo tanto, la conservación de la individualidad constituye una condición necesaria para que exista conexión: ésta es la paradoja fundamental de la intimidad y el sexo.

La doble y a menudo conflictiva necesidad de conexión e independencia es un tema central en la historia de nuestro desarrollo. La medida en que ambas necesidades hayan sido nutridas u obstruidas durante nuestra infancia determinará las vulnerabilidades que llevemos a nuestras relaciones adultas: qué es lo que más queremos y qué es lo que más tememos. Todos estamos a caballo entre ambas necesidades. Su intensidad y prioridad oscilan a lo largo de nuestras vidas; y, mientras eso sucede, tendemos a elegir parejas cuyas inclinaciones coincidan con nuestras vulnerabilidades. Aunque nuestra necesidad de cercanía es casi tan primaria como nuestra necesidad de alimentarnos, lleva consigo inquietudes y amenazas que pueden inhibir el deseo. Queremos cierta cercanía, pero no tanta como para sentirnos atrapados.

“…ella fue dándose cuenta de que no necesitaba renunciar a su propio ser  para merecer amor, crearon un espacio entre ellos, en el cual el deseo pudo fluir más libremente” Perel,E.(2010).

El deseo sexual no obedece a las mismas leyes que mantienen la paz  y la satisfacción entre los miembros de la pareja. La razón, la comprensión, la compasión y el compañerismo constituyen el sostén de una relación estrecha y armoniosa. Sin embargo, el sexo a menudo despierta una obsesión irracional en lugar de un criterio reflexivo; un deseo egoísta en lugar de una consideración altruista. La agresión, la deshumanización y el poder existen a la sombra del deseo y son componentes de la pasión que no necesariamente cultivan la intimidad. El deseo funciona siguiendo su propia trayectoria.

Los elementos de amor y cuidado que alimentan la vida hogareña pueden ir en contra del espíritu rebelde del amor carnal. La inteligencia erótica consiste en crear cierta distancia para luego hacer cobrar vida a ese espacio.

El amor incondicional  no lleva al deseo incondicional. Ese es el tipo de relación que tenemos con los amigos.

“…en lugar de esforzarnos todo el tiempo por generar cercanía, yo sostengo que las parejas pueden estar mejor al cultivar sus Yo individuales.” Perel,E(2010).

El psicólogo Jacques Salomé habla sobre la necesidad de desarrollar una intimidad personal con uno mismo como un contrapeso para la pareja.

El amor disfruta sabiendo todo sobre el otro; el deseo necesita algo de misterio. A medida que las parejas se instalan en la comodidad que brinda el amor, dejan de avivar la llama del deseo. Se olvidan  de que el fuego necesita aire.


 

  1. Zócalo Inconsciente:

Janine Puget e Isidoro Berenstein  escribieron varios libros juntos, y separados  también sobre la pareja matrimonial y las vicisitudes del deseo:

La cotidianeidad puede investirse de Eros o de Tánatos. Cuando ocurre lo primero adquiere la significación de sostén de una estructura desde la cual es factible el logro de una mayor complejización vincular. Cuando lo segundo, se vivencia como cercenante despertando sentimientos de exigencia, encierro, tedio y aburrimiento. Se sobreinviste  su aspecto repetitivo y monótono, el cual ocupa todo el espacio vincular.

La alteración de la cotidianeidad se presenta en algunas circunstancias como pérdida del reaseguramiento provisto por la misma; debe proveer y remite a la aparición de reacciones violentas generadoras de maltrato. En otras circunstancias esta misma alteración es necesaria para crear hechos novedosos referidos a zonas de encuentros creativos.

Puget y Berenstein definen el concepto de “Zócalo Inconsciente” de la relación de pareja conyugal como su estructura estable y reguladora a partir de ciertos acuerdos y pactos inconscientes, que incluye el interjuego pulsional que los paternaires arman en un singular circuito, y que opera en cada pareja imprimiéndole una marca propia y única a sus intercambios sexuales, verbales, económicos emocionales e ideológicos.

El Zócalo está compuesto por tres representaciones: una proveniente del narcisismo, conceptualizada por los autores como Objeto único(a); otra, emergente de la peculiar resolución dada en cada caso al complejo de Edipo(b); y por último, la representación sociocultural forjadora de ideales operantes a la hora de las elecciones(c).

  1. a) Objeto único: como Objeto único Puget y Berenstein se refieren a aquel objeto dotado del carácter de exclusividad y necesariedad, a quien nadie podría reemplazar, buscado por el yo sin el cual se ve amenazado por la vivencia de aniquilación. Es la primera organización objetal investida aún de narcisismo originario. De ahí deriva la búsqueda de sensación oceánica y de fusión con ese objeto investido por lo tanto de cualidades omnipotentes, omnipresentes, omniscientes. Esta relación se crea en el enamoramiento. El Objeto único tiene la aptitud de anticiparse al deseo-prever-, así como suministrar al yo inerme y desamparado un yo auxiliar capaz de significar. El objeto único es la contraparte del desamparo originario, motor y verbal basado en la inmadurez del bebé humano. A través de una conjunción semántica el objeto único primitivo del desamparo originario se asocia con el objeto amoroso y único dador de seguridad y amor incondicional.
  2. b) Resolución del Complejo de Edipo: en la constitución de la pareja es determinante la resolución, disolución, o por el contrario, la represión y persistencia del Complejo de Edipo. Esto depende tanto de la conjunción de las disposiciones individuales como del tipo de estructura familiar. La organización familiar ofrece modelos de constitución de pareja en su doble condición de pareja matrimonial con relaciones sexuales, lo cual presupone exclusión del tercero, lugar-hijo y pareja de padres en la relación con los hijos donde lo aparentemente excluído es la sexualidad.

La pareja parental ofrece dos modelos: el de sujeto deseante y el de objeto deseado ligado en distintas relaciones, una de las cuales es la relación de reciprocidad.

Existen dos alternativas, la primera incluye, luego de instalada la diferencia de sexos, la elección de objeto diferente y por ese camino la elección de objeto exogámico. La segunda alternativa incluye un obstáculo en el reconocimiento de la diferencia de sexos y desde ahí la elección de objeto semejante o indiferenciado, luego la elección de objeto endogámico. Para instalar la diferencia de sexos es necesario que el padre cumpla con la prohibición a través de la amenaza de castración. Pero antes debe separar a la madre  de su objeto narcisista y ligarla en un vínculo con él.

Se requiere el pasaje, transcurso y salida de esta estructura prehistórica para acceder al significado de la diferencia de sexos con la elección de objeto exogámica propia de la resolución del complejo de Edipo.

  1. c) Los acuerdos sociales: las representaciones socioculturales inscriptas en el aparato psíquico, desde las cuales el individuo interactúa con el medio, intervienen fuertemente en la elección de objeto. Tienen una existencia inconsciente para los miembros de la familia. Se transmiten en su aspecto consciente a través de mitos, ritos y tradición. Es una manera de pensar al mundo, un punto de vista desde los valores ideológicos, científicos y éticos. Otro aspecto de estas representaciones lo constituyen las normas, que en este caso son distributivas de roles y jerarquías estructurantes de la identidad social. Normas y valores indican acerca del hacer, ser y tener como ser social.

2.1 Amor, Pulsión, Deseo:

Cuando pulsión y deseo transcurren por carriles separados, apuntan con su eficacia a dos destinos diferentes: el deseo tiende a obtener un placer subjetivo que, por definición, resultará efímero para así mantener permanentemente vigente la búsqueda. Está signado por una imposibilidad esencial. La adecuación perfecta del deseo y el objeto constituye un mito. La pulsión, en cambio, se dirige a la satisfacción del Otro promotor de las primeras investiduras, de ahí su fuerza constante e incoercible. Lugar del goce que fija al sujeto en posición de objeto parcial. En cambio, en un encuentro en el que predomina el amor, ambos partenaires se ubican en posición de sujetos deseantes buscadores de placer. El ser objeto de deseo del otro lo coloca al sujeto en un lugar de reconocimiento.

Es que el amor apunta a un objeto total, en tanto que la pulsión siempre es parcial, aun cuando requiera de un vínculo para su despliegue. Algo que empezó con otro, necesita nuevamente de otro que, al ofrecerse con sus propias marcas, hace más compleja la trama.

Toda pareja tiende a fijar a determinadas pautas de funcionamiento que le son propias. El grado de estereotipia que alcancen es lo que llevará a una rigidización vincular que podríamos denominar “funcionamiento caracteropatizado”. Este funcionamiento apunta al no cambio, sostenido en la creencia de que la pareja tiene un destino pulsional prefijado por ciertos recorridos, jalonados de una determinada y única manera, encubridora de la falta fundante que resulta aterradora, y termina obturando el acceso al deseo.

Estas estructuras caracteropatizadas tienden a un statu quo pulsional que es más fuerte que el sufrimiento vincular. Las parejas con esta característica se ubican en el lugar de la respuesta en vez del de la pregunta. No hay crecimiento ni complejización vincular. “Nosotros somos así”, dirán.

Por lo general, no acceden a análisis, y cuando lo hacen suelen interrumpirlo abruptamente ni bien comienzan a tomar contacto con el núcleo coagulado. Baluarte narcisista. Condición  de estructura que necesitan mantener a ultranza, dado que la posibilidad de una transformación va ligada a fantasías de desestructuración. “Seguro que el análisis nos lleva a separarnos”, es la creencia que abona sus resistencias.

Juntos están mal, pero pensarse separados les despierta una ansiedad catastrófica. Imperio del goce en su insistencia compulsiva.

El predominio de Eros o de Tánatos en juego ejercerá especial gravitación en cada caso y en cada circunstancia, y teñirá con matices singulares los intercambios vinculares de toda pareja.

… el germen del amor tendrá mejor pronóstico si se lo siembra en el surco del deseo”  Benedetti,M. (1993).

Cuando el deseo no logra ser relanzado, el proyecto vital compartido permanece obstaculizado, sin hallar cauces sublimatorios, lo que nos permite afirmar que no todo proyecto de pareja posee cualidad sublimatoria. Ésta va a depender de la capacidad que posea cada integrante de la díada para tolerar la vivencia de incompletud-finitud-otredad. Aspectos de imposibilidad que todo vínculo posee.

En las mentes de los partenaires emergen dos escenas posibles, una, la deseada, la otra, la temida. La primera consiste en la búsqueda activa de nuevas posibilidades para el vínculo. Divertidas, creativas, revitalizantes. La segunda representa el temor de caer en lo ya conocido, como por ejemplo apegarse excesivamente a temas laborales o comentarios intrascendentes y formales que suelen abarcar gran parte de la intimidad y del espacio vincular.

Estar alerta, alude a estar sensible y  a  responsabilizarse por la relación que forman. Saber que siempre se puede hacer algo para sacudir las telas de araña, desamarrarse de la rutina o permanecer adheridos a ella. También la sexualidad está incluida en esto.

La capacidad sublimatoria se constituye asimismo en uno de los indicadores principales de fin de análisis de pareja. La satisfacción pulsional se conjuga con el placer sublimatorio cuando la falta es tolerada como condición para el relanzamiento del deseo.

El vínculo puede crearse predominantemente sobre la manera defensiva de anular  la diferencia, la distancia u, opuestamente, construirse incluyendo ese faltante. El predominio de una forma o de la otra dará lugar a tipos vinculares muy diferenciados: los que quieren ser Uno, sin fisuras, o los que, menos o más incluyen las diferencias y sus expresiones.

2.2 Enamoramiento y Desenamoramiento:

Un aspecto esencial del enamoramiento es la atracción física, sexual. Los enamorados se atraen…En su horizonte consciente o inconsciente encontramos un anhelo de fusión  física y emocional.

Freud en “Tres ensayos de la Teoría sexual” (1905) explica el hallazgo de objeto como un “reencuentro”, así lo dice: “Cuando la primerísima satisfacción sexual estaba todavía conectada con la nutrición, la pulsión sexual tenía un objeto fuera del cuerpo propio: el pecho materno. Lo perdió sólo más tarde, quizá justo en la época en que el niño pudo formarse la representación global de la persona a quien pertenecía el órgano que le dispensaba satisfacción. Después la pulsión sexual pasa a ser, regularmente autoerótica, y solo luego de superado el período de latencia se restablece la relación originaria. No sin buen fundamento el hecho de mamar el niño el pecho de su madre se vuelve paradigmático para todo vínculo de amor. El hallazgo(encuentro) de objeto es propiamente un reencuentro”.

Los enamorados ignoran  que muchas características del objeto hallado están signadas por matrices que precipitaron en su vida sexual infantil, que el encuentro ante sus ojos de un objeto lleno de futuro, sorpresas y asombro es, en muchos sentidos, el encuentro con un pasado, una historia olvidada, transformada ahora en constelaciones inconscientes prefijadas y tiránicas.

“La elección de objeto se consuma primero en la esfera de la representación…” “A raíz de estas fantasías vuelven a emerger en todos los hombres las inclinaciones infantiles, sólo que ahora con un refuerzo somático.” Freud,S.( 1905, pág 207).

“Dada la importancia de los vínculos infantiles con los padres para la posterior elección de objeto sexual, es fácil comprender que cualquier perturbación de ellos haga madurar las más serias consecuencias para la vida sexual adulta.” Freud,S.( 1905, pág 208).

Freud en “Psicología de las masas y Análisis del yo” (1920) describe que el objeto del enamorado viene a ocupar el lugar del ideal del yo. Se establece entre los amantes una relación que él compara a la del hipnotizado con el hipnotizador.

El enamoramiento muestra mejor que otros fenómenos humanos cómo el sujeto dirime una problemática interior en una escena exterior con el objeto: pretende que el objeto a quien se dirigen las investiduras remedie lo irremediable, la angustia de castración.

Cada nuevo enamoramiento hace reaparecer la expectativa ilusoria de que algo exterior remedie una herida interna.

Cada vez que un sujeto se enamore reaparecerá la ilusión de que el otro viene a colmarlo-esta vez sí- de un placer eterno y absoluto, a otorgarle certeza, a curarle heridas, a comprenderlo sin fisuras. Se anula la representación del otro como diferente.

Las características de la pareja ya instalada como estable dependen en parte del tipo de enamoramiento fundante y de la elaboración del desenamoramiento. Regularmente, el posenamoramiento implica el trabajo psíquico de incluir todo lo que no se había reconocido y estaba presente  Puget,J.( 1982).

Cuanto más la fusión haya sido sin fisuras, tanto más dolorosas resultarán las elaboraciones que demanda su salida. Cuanto más el enamoramiento haya reconocido la existencia de conflictos y obstáculos, tanto menos dramático podemos imaginar el posenamoramiento.

2.3 Desenamoramiento y Diferenciación deseante:

En el desenamoramiento los caracteres desmentidos del partenaire reaparecen bruscamente como una valla que quiebra la fusión; sucede un tiempo de discriminación en el que se pierde la fascinación. No se autoabastecen, surgen en el vínculo espacios vacíos en contraposición a la imaginaria plenitud fusional. En este momento muchas parejas se disuelven, se quiebran en este paso que apunta a incluir un interrogante, un aspecto vacío dentro de un conjunto de llenos, un conjunto de rechazos dentro del conjunto de aceptaciones.

Si se elaboran las injurias narcisísticas propias del desenamoramiento se accede a un nuevo modo de encuentro en la relación de pareja, que caracterizamos como de diferenciación deseante. Rota la especularidad inicial, cada ser emerge como diferente y, no obstante, se sostienen las investiduras deseantes. La pareja se nomina con un “nosotros” que no es “nosotros” fusional e imaginario de los primeros tiempos del enamoramiento sino un “nosotros” que incluye la diferencia, el conflicto y, por eso mismo, inviste el tiempo futuro y no meramente el tiempo atemporal.

Enamoramiento, desenamoramiento y diferenciación deseante  no sólo son etapas vitales sucesivas, temporalmente delimitables en un corte diacrónico, sino también una espiral lógica interna, una dialéctica observable en un corte sincrónico del funcionar cotidiano de la pareja.

El fracaso en las elaboraciones necesarias en el desenamoramiento ayuda a entender muchas de las problemáticas de la vida en pareja. La posesión del otro, la necesidad de someterlo, es también una de las formas en que en la pareja intenta eludir el dolor de la diferenciación que se inicia en el desenamoramiento. Idéntica función pueden cumplir las interminables peleas por celos, características de algunas parejas que así se perpetúan en la fusión.  Puget,J.(1997) .

Lic. Dolores Rueda

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