Frecuentemente me encuentro en la Clínica con parejas que vienen a consultar por supuestas «dificultades sexuales». Eso los trae a la consulta, cosa que no es poco, pero cuando empezamos a ahondar en la dinámica de la pareja, aparecen cualquier cantidad de dinámicas que vienen teniendo, muchas veces hace años, y ,o no se las cuestionan nunca, o están convencidos/as que estar en pareja «es así». Por ejemplo los espacios de «placer» individuales. Algo muy común es tener casi que «robarlos», o «poner excusas» para esos momentos personales o con otros/as que no son la pareja, donde uno/a lo pasa muy bien también y eso nutre a la persona individual y por supuesto redunda en los momentos de intimidad con el otro/a. Ya que al deseo y al placer hay que seguir alimentándolo y no siempre es «juntos/as», a veces uno/a puede nutrirse de experiencias de cualquier orden y volver motivado/a, contento/a, entusiasmado/a y a la vez ver que mi compañero/a está contento/a y que no es «mi responsabilidad» darle todo lo que el otro/a necesita hace que sea mucho más agradable estar en pareja y que corra aire entre los miembros.
Una pregunta que pocas veces , parece, que se hacen, es:¿Cómo estás conmigo?, y/o ¿Cómo estás con nuestra intimidad sexual?, a veces algunas parejas me dicen:» Seguimos viniendo porque en casa no podemos hablar de estas cosas», » No surgen estos temas», yo pienso que lo mejor que se pueden llevar de la experiencia de la terapia, es nuevos modos de escucharse, de conectar, de animarse a decirse cosas a tiempo que si se dicen » a tiempo», podrían tener solución. A veces escucho parejas que se separan y en los encuentros posteriores a la separación, él o ella empieza a tener en cuenta todo lo que el otro/a le pedía y «oía» pero no «atendía». Cosas muy pequeñas pero cotidianas que hacen al sentirse importante el uno/a hacia el otro/a. Las parejas de larga duración y que están frescos/as aún, que circula algo del deseo y de la alegría, o la complicidad se diferencian de las «que duran» a veces por detalles chiquitos, diarios pero enormes en la satisfacción de cada uno de sus miembros. No se tienen confianza para maltratarse, no tratan peor a su pareja que a un vecino, cliente o paciente, no se tienen confianza para descuidarse, creyendo que porque están conviviendo, o casados/as, o tienen hijos/as juntos, el otro/a no se puede ir.
Se cuidan como cuidarían a su mejor cliente/a, buscan pasar tiempo juntos/as y separados/as, tratan de potenciar al otro/a, no de rebajarlo/a, despreciarlo/a. Buscan seguir admirándose el uno/a al otro/a y se lo dicen. Son generosos/as en el intercambio. Sí, sé que parece utópico, idealista, etc, pero piensen si muchas de estas cosas no las hacen por amigos/as y no con sus parejas.
Pero hay una pregunta que les hago de forma individual a las personas que forman la pareja, que a veces vienen juntos/as, o separados/as. ¿Cómo te llevás con vos?, esta pregunta tan simple tiene muchísimas veces una respuesta que a mí siempre me sigue sorprendiendo, «… ehhh conmigo? pésimo!, no me conozco, no sé cómo soy, no me quiero, me «re» critico. Y ahí me doy cuenta que hay que trabajar por ahí primero, si las personas se odian a sí mismas, en vez de ser sus mejores amigos/as, cómo se van a poder relacionar bien con un otro/a?.
Cuando las personas logran empezar a escuchar su GPS interno, y ese GPS suena fuerte ante un maltrato, desprecio,actitudes machistas, etc, el GPS suena cada vez más fuerte hasta que lo atendamos. Esa es la primer conversación que tenemos que tener y seguir teniendo siempre.
Y con nuestra pareja, animarnos a escuchar sin miedo a que porque el otro/a me exprese algo que no le gusta, no ha dejado de quererme, porque si las sensibilidades son extremas , sobretodo en el terreno de la intimidad sexual, alguno o alguna va a preferir guardarse para no exponerse y «ofender» al otro/a. Para que ambos/as disfruten es necesario ser explícitos en los que les gusta y en lo que no, y esto además va cambiando con el tiempo…por suerte.
LIc. Dolores Rueda