La sexualidad no está separada de la vida y de sus variables, ni de la imaginación o el intelecto. Si tomamos la vida con inercia, dejándola correr, si no tomamos cada día como si pudiese ¨ser un gran día¨, al decir de Serrat, si nos amoldamos a la rutina, todo puede volverse aburrido, hasta el comer, beber, pasear, leer o dormir. Lo mismo ocurre con la sexualidad. O con la vida en pareja. El hastío sexual surge de otro tipo de hastío, fundamentalmente vital.
Una pareja que tiene una buena relación sexual no puede ajustarla,¨ encorsetarla¨ en mecanismos automáticos de respuestas, pues corre el riesgo de verla perecer.
Nosotros somos todos individuos sexuales. Esto es así aunque alguien elija la castidad como forma de vida. Nuestro cuerpo responde de manera sexual en relación con todo el entorno que lo circunda, cualquiera sea el grado de control impuesto.
¨La expresión sexual, dicen Masters y Johnson, es otra dimensión de la personalidad y es por lo tanto otra forma de expresarse¨
Como toda forma de comunicación entre dos personas, lo que pongamos en la sexualidad reflejará nuestros sentimientos e intenciones, estados de ánimo y apetencias, fantasía e imaginación, recuerdos y expectativas. Si vivimos el sexo de esta forma, recreándolo día a día, como recreamos sueños y fantasías, es difícil que se torne aburrido.
La pareja puede explorar día tras día, años tras años distintas zonas de su cuerpo, distintas fantasías, caricias y estímulos, posturas y masajes, sugerencias y hasta teatralizaciones sexuales que hagan un rito maravilloso del hecho de hacer el amor.
Vuelvo a citar a Masters y Johnson, porque en este tema han tenido una claridad meridiana: si en lugar de imaginar el sexo como un mecanismo automático, como algo que uno hace o se deja hacer, lo imagina como la expresión de lo que uno es en ese momento, de lo que siente, de la hora, su humor, del lugar y las circunstancias, ¿cómo podría ser aburrido?.
Suele ocurrir que así como nadie se ocupa de su salud, hasta que aparece alguna dolencia, tampoco las parejas meditan mucho en lo que es necesario para que la felicidad continúe, hasta el día que descubren las desavenencias o el aburrimiento. Cuanto más confianza se tengan mutuamente y se valore la peculiaridad e individualidad del otro, tanto más irá creciendo la relación, incluso la sexual, pues entonces no responderán a modelos rígidos establecidos, sino cada uno a toda su personalidad.
¨En la intimidad de una relación sexual estable, dicen Masters y Johnson, pocas cosas son más importantes para ambos participantes que ser percibidos como los individuos que son. Se trata, de hecho, de una forma de percepción que hace posible la perdurabilidad del placer recíproco.¨
En las parejas estables el sexo puede transformarse en una rúbrica obligada al fin del día, esperando así que la pasión se encienda automáticamente, como la lámpara que está en la mesita de luz. Tomándolo así no es raro que tras un tiempo de convivencia, el sexo además de tornarse mecánico y aburrido, se sienta como una obligación. En vez de unir a la pareja, entonces, la separa. No siempre la presencia de dos cuerpos desnudos cercanos en posición horizontal, a veces desnudos, es suficiente para generar el impulso sexual.
Para que haya un buen sexo hay que comprender que ser una persona sexual significa ser sensible a los propios sentimientos sexuales que nacen del propio cuerpo, y no brotan de la rutina. Por ello cada una de nosotras somos responsables de satisfacer esos sentimientos lo más armoniosamente posible cuando se despiertan espontáneamente, y no cuando la hora del reloj lo determina. Dar y recibir placer exige reciprocidad, una corriente de excitación y un deseo previo. Así la pareja liberada del dominio de la razón y de cualquier disciplina, puede recrear situaciones eróticas hasta el infinito.
Mito:¨Necesariamente en una pareja el sexo con el tiempo se torna aburrido¨, del Libro ¨Sexualidad femenina¨ de María Luisa Lerer
Conclusiones:
Este libro se escribió hace 30 años y creo que de manera muy simple a través de la explicación de mitos que circulan, echa luz sobre numerosas creencias que hacen que las parejas crean que ¨algo anda mal¨ cuando sus relaciones no se no se ajustan a los mitos populares. Pienso que nuestro trabajo como especialistas en sexualidad es fundamentalmente deshacer estas falsas creencias que se extienden en muchos casos hasta la adultez, en personas que por temor a preguntar o a informarse adecuadamente viven su sexualidad con temor, con culpa, o frustrados por nunca llegar a los parámetros que creen que los demás disfrutan.
En cuanto a seguir disfrutando del sexo a lo largo del tiempo en una pareja estable, estoy absolutamente de acuerdo con lo que propone la autora, la diversidad y el enriquecimiento de la sexualidad dependerá de la creatividad , libertad y permiso para disfrutar de los paternaires.
Lic. Dolores Rueda