En España, se analizó cómo se entrama la carencia de cuidados de apego y el deseo sexual:
Según un estudio hecho en la Universidad de Murcia (España, 2011) se ha llegado a las siguientes conclusiones:
“La extensión de la teoría del apego a las relaciones afectivas adultas ha promovido un marco de indudable valor para estudiar el amor y las relaciones de pareja. Desde esta perspectiva propusieron que el amor puede ser considerado como la expresión del vínculo de apego en las relaciones afectivas entre adultos. Las experiencias emocionales relacionadas con el enamoramiento y el mantenimiento del vínculo, y las reacciones ante la pérdida o amenaza de pérdida del compañero/a, coinciden con los principios básicos de la teoría del apego.
Desde este enfoque se asume que los vínculos de pareja implican una interacción entre tres sistemas, distintos pero relacionados, el sistema de apego, el sistema sexual y el sistema de cuidados. Estos sistemas, dirigidos por metas funcionales, incluyen componentes cognitivos y emocionales e incorporan representaciones mentales de uno mismo, de los demás y de la relación correspondiente, a través de su repetida activación en contextos sociales relativamente estables. Los modelos internos así construídos intervienen en la memoria de la historia de la relación, en la interpretación de las relaciones actuales y en la propia activación del sistema. El buen funcionamiento de cada uno de los tres sistemas favorece el mantenimiento de vínculos afectivos satisfactorios, mientras que las dificultades en su activación, o las posibles interferencias entre ellos, se asocian con conflicto, insatisfacción e inestabilidad en la relación.
El sistema de apego está al servicio de la satisfacción de las necesidades afectivas a lo largo del ciclo vital, siendo su objetivo el logro de una suficiente sensación de protección y seguridad emocional. Un volumen considerable de investigación ha explorado la influencia del apego en la calidad y estabilidad de las relaciones amorosas, confirmándose que las personas seguras se muestran confiadas y receptivas, disfrutan de la intimidad, aceptan la dependencia propia y la de su pareja y mantienen relaciones afectivas más estables y satisfactorias que las personas inseguras. En las personas ansiosas, se produce una sobreactivación del sistema de apego, con un aumento de la percepción de amenaza o de rechazo, una exageración de las solicitudes de afecto, protección y atención, celos y una mayor vulnerabilidad a la soledad. El apego evitativo, por el contrario, implica una desactivación del sistema (conductual, emocional y cognitiva), que conlleva una autosuficiencia compulsiva, una evitación de la intimidad y falta de confianza. En este caso se trata de una adaptación para evitar el sufrimiento ante la persistente falta de respuesta de la figura de apego (Bowlby, 1969).
Si el sistema de apego se dirige a lograr la propia seguridad emocional en la figura de apego, el sistema de cuidados es un conjunto de comportamientos y actitudes cuyo objetivo es reducir el sufrimiento o la necesidad de los otros y favorecer su seguridad y bienestar. El adecuado funcionamiento del sistema de cuidados en una relación de pareja promueve la sensación de seguridad emocional y gratitud, mientras que el fracaso a la hora de empatizar y aliviar la necesidad del otro miembro de la relación es una de las mayores fuentes de tensión y conflicto en la pareja, bien porque aumenta la inseguridad sobre la capacidad o el amor del otro, o bien, porque promueve un mayor distanciamiento respecto del compañero que expresa necesidad o estrés.
“… En cuanto al sistema sexual, éste converge con el sistema de apego en la medida en que requiere de intimidad y proximidad emocional. Abundantes trabajos han aportado evidencia de cómo intervienen los modelos internos de apego en la experiencia erótica. Los resultados indican que las personas seguras manifiestan una menor propensión a mantener relaciones sexuales al margen de la principal, y a implicarse en relaciones iniciadas mutuamente, disfrutando de las caricias y del contacto corporal independientemente del comportamiento estrictamente sexual. Tracy, Shaver, Albino y Cooper( 2003) hallaron que los adolescentes “seguros” referían experimentar más amor hacia sus parejas y más pasión y emociones positivas en sus relaciones sexuales. Las personas evitativas tendieron a tener relaciones sexuales casuales, menos comprometidas y más promiscuas, con menores niveles de intimidad erótica y con menores niveles de satisfacción sexual. En el estudio de Kirpatrick y Davis (1994), los varones evitativos fueron los que puntuaron más bajo en la escala de deseo sexual. También en la adolescencia constataron que aquellos que puntuaban alto en evitación decían experimentar menos deseo sexual, y menor disposición a entablar y disfrutar de las relaciones sexuales. En cuanto a la motivación relacionada con la sexualidad, las personas evitativas señalan estar más motivadas para ejercer el control del compañero/a, o reducir el estrés, que para promover la unión y el placer en sus parejas. Respecto de las personas ansioso-ambivalentes hallaron que su satisfacción sexual estaba más asociada a las caricias que a las conductas más claramente sexuales, y que los hombres ansioso-ambivalentes eran menos proclives a la experiencia sexual, mientras que en las mujeres se asociaba a relaciones de dominación-sumisión. Por su parte Davis y Shaver (2004) hallaron que los adultos “ansiosos” tienden a considerar la relación sexual como un medio de lograr intimidad emocional, de elicitar conductas de cuidado y evitar el rechazo y la rabia de sus parejas.
“…Los autores proponen que en el caso de la evitación, la motivación sexual podría ser puesta al servicio de la afirmación personal y en el caso de la ansiedad, ésta podría subordinarse a las necesidades de apego, logrando a través de ella intimidad, proximidad y contacto físico, de forma que el objetivo prioritario, en ambos casos, no sería la satisfacción sexual en sí misma, sino la consecución de seguridad por distintas vías”.
Guiados por la investigación precedente nos proponemos analizar las conexiones entre el sistema de apego y el sistema sexual en varones y mujeres. Una aportación del presente trabajo tiene que ver con el modo de abordar la evaluación de la experiencia sexual que incluye, no solamente la satisfacción respecto a las relaciones sexuales, sino también variables como la satisfacción referida al deseo sexual, la frecuencia de deseo en general, la frecuencia de deseo hacia la pareja y la frecuencia de las relacione sexuales. Se espera, de acuerdo con Belsky (1999), que la seguridad del apego se vincule positivamente a la satisfacción con las relaciones eróticas, la frecuencia de deseo y la frecuencia de deseo hacia la propia pareja, y negativamente con el grado de conflicto personal con el deseo sexual.
Los datos obtenidos apoyan las hipótesis planteadas, de modo que las personas seguras en relación con el apego, tienden a estar más satisfechas con su vida sexual, a tener menos conflicto con el deseo erótico y a mostrar mayor capacidad de ofrecer cuidados sensibles. Las personas inseguras, tendentes a la ansiedad o la evitación, muestran diferencias significativas en relación con el grupo de los seguros.