En estas últimas semanas de atención me ha llamado especialmente la atención cómo sigue vigente como tabú este mito del tamaño del pene entre los varones de todas las edades.Parece que la pandemia achicó los penes.Podríamos caer en la tentación de hacer responsable a la pandemia de todo, de nuestros miedos, de nuestras frustraciones, de nuestras fobias, complejos y neurosis varias. Sería genial cerrar la pregunta de las inseguridades corporales y simbólicas con la pandemia como respuesta. Pero no, la masculinidad, la idea de «conformar al paternaire», no está en la realidad en esos centímetros de cuerpo entre las piernas de los hombres. Pobre pene ,cuánta carga, cuánta responsabilidad y presión!
El detrás de escena de los temores a no poder complacer, o no gustar, o no sentirse suficientemente hombres ,sigue vigentísimo, y las razones son tantas como seres humanos con pene hay.
Los penes en flaccidez difieren en sus tamaños pero en erección no hay tanta diferencia, ya que el pene grande se erecta menos en longitud que el más chico en erección , con lo cual en erección se emparejan todos. Pero más allá de esta simple explicación, el tema es que la satisfacción sexual del compañero/a rara vez depende de los tamaños de nada. Cuanta más presión, más objetivos, más » partes» tiene que tener el encuentro sexual, más se escapa el disfrute y la diversión.Es increíble la esclavitud al pene de los hombres y cómo ponen tanta seguridad personal sólo ahí.
Cuando tengo sesiones con mujeres que no están buscando tener un hijo/a, el encuentro sexual puede ser de lo más variado.Y hay otras partes del cuerpo que entran en acción en la búsqueda de proveer y proveerse satisfacción sexual. Por ejemplo los anos de ambos, de los cuales tan poco se habla, jamás escuché a un hombre preocupado por » no tengo un buen ano».Esta parte trasera de ellos es sumamente atractiva para miles de mujeres y hombres y los tiene sin cuidado y sin preocupación y no necesita erectarse, está ahí.
Más allá de las partes del cuerpo, ya que sino parece un encuentro sexual «descuartizado» por partes, cuando no hay plan de cómo tiene que ser, cuando no hay un guión predeterminado, cuando no importan los tamaños sino el juego y el prodigarse placer, la cuestión fluye de otra manera, nunca perfecta.¿Alguno/a, se pregunta si es bueno/a hablando, expresando ruidos que motivan a uno y a otra, inventando historias,cómo presiona, si usa todo su cuerpo, si es creativo/a, si tiene la capacidad de sorprender al otro/a, haciendo algo diferente?, porque la sorpresa excita a veces mucho más que los tamaños.
Detrás de los fantasmas terroríficos de «no gustar», muchas veces se esconden historias personalísimas de castración que asustaron mucho en tiempos pasados. Mediante un análisis , muchas veces se puede tirar de esos hilos, recordar algunas cuestiones y volver a reescribir la historia para adelante. Más comedia y menos tragedia con el pene!!
Lic. Dolores Rueda