En mi experiencia clínica vengo observando una dicotomía en lo que les pasa a las personas con su sexualidad en la mitad de la vida, algunos siguen interesados en mantener una vida sexual activa con la misma pareja que tienen hace 20 años o más, otros han formado nuevas parejas y han retomado nuevos caminos con nuevas personas, revitalizándose. Otros, tienen sexo sólo » para cumplir» con su pareja y cuánto más espaciado y «rapidito» mejor y les aburre todo lo relacionado con lo sexual, y también hay otros que no han podido tener una vida sexual satisfactoria en la primer mitad de la vida y logran recrearla con la misma persona en la segunda mitad. Además, dentro de la diversidad sexual hay otros que a esta edad se » animan» a ser lo que siempre fueron de forma latente y/o a experimentarlo por primera vez, la homosexualidad, la transexualidad, la bisexualidad. Hoy hay mucha más aceptación para desplegar distintas identidades de percepción de género y a lo largo de la vida enamorarse de personas del mismo o de diferente género.
Claramente la sexualidad hay que pensarla en «gerundio», siempre construyéndose, nunca acabada, siempre mutable. Y estos cambios pueden variar en cuanto a la frecuencia, gustos, de pasividad a actividad, de objeto de amor, períodos de abstinencia, baja de deseo, aumento de deseo.
Pero hay que seguir buscando estrategias al deseo , si es que se quiere mantener viva esta parte de nuestras vidas. Yo invito a las parejas a no » entramparse» cuando me dicen » es que estamos con mucho trabajo», » estamos cansados», » los chicos»,» estamos desencontrados», «estresados», » desmotivados». He tenido oportunidad de comprobar clínicamente que no hay pegamento más eficaz que mantener algún tipo de vida sexual con quien elegimos compartir la vida. Hay cierta intimidad, complicidad que se genera,cuando hay sexualidad, que cuando la perdemos y luego la recuperamos podemos notar claramente la diferencia.
El paso del tiempo y si uno sigue con la misma persona pueden atentar contra el deseo o …no ,si entendemos al deseo como imposible de apresar y que siempre vamos a tener que seguir buscando sus misteriosos recorridos.
Lic. Dolores Rueda