En el último tiempo aparece esta cuestión en la Clínica de expectativas de padres, novios/as, maridos/mujeres, hijos/as, de creer que si su ser querido viene a terapia, el analista lo va a «convertir» a su gusto, idea, sueño,proyección que tiene él o ella de su familiar, amigo/a o pareja.
Los analistas no trabajamos para transformar personas en «objetos» de agrado de su entorno, muchísimas veces una persona empieza terapia y en el mejor de los casos, comienza a preguntarse por sí mismo/a y por cuestiones de su vida que quizás lo/a trajeron al espacio terapéutico por exceso de angustia o sufrimiento. A veces esas preguntas tienen que ver con quien soy? o quién estoy siendo? o quién quiero ser? y a veces esas respuestas que van apareciendo cuando se aloja el decir del otro, ese decir a veces tan temido, que sólo aparece en sueños, para volverse a olvidar…
A veces el único trabajo que se puede hacer juntos/as es sostenerlo/a del lado de la vida (o intentar hacerlo).Muchas veces detrás de ideas de suicidio o de fuertes adicciones hay una imposibilidad de «ser», a veces parece que «o soy lo que se espera de mí» o » soy invisible».
Otras veces la persona viene a terapia para hacer «cortes» en vez de «cortarse», y cuando después de muchísimo tiempo de trabajo conjunto, la persona, el sujeto comienza a aparecer y toma algunas decisiones en su vida que muchas veces le llevaron 20 años! tomarlas, sobre su trabajo, sobre su pareja, sobre su lugar de vivienda, su religión , su posición política, empieza a no agradarle a veces a su entorno, porque ya no «encaja» tanto, entonces la/o amaban por quien era o sólo si era un/a igual?, cuando uno/a ama a quien es igual a uno/a, en realidad se ama a sí mismo en el otro/a, y no acepta a ese ser humano en toda su singularidad y diferencia. Ni en la pareja,ni en la amistad, ni en el trabajo, ni como hijos/as, ni como padres, ni como hermanos/as, somos objetos para armar al gusto del otro/a. Para «agradar» y que todos/as nos quieran muchas veces transamos con quienes verdaderamente somos y «eso» es siempre una batalla perdida, ya que si somos de una manera le vamos a gustar a una parte del mundo y al resto no, y si cambiamos no le gustaremos a la otra mitad, pero la verdadera traición es dejar de gustarse a sí mismos. Y todos/as tenemos un GPS interno, sólo hay que aprender a escucharlo y les aseguro que insiste, hasta que lo atendamos.
Nuestro trabajo como analistas es intentar que esa persona que tenemos enfrente o en el diván se sienta cada vez más sujeto y no objeto de mandatos, creencias, sueños que otros/as pueden tener para nosotros/as con las mejores intenciones, pero que muchas veces nos son ajenos.
Volviendo al título, «no enderezamos» a las personas, trabajamos con su padecer y con su goce. No trabajamos con títeres, ni con masa o arcilla, para hacer «sujetos a la carta».Hay personas que están convencidas que «aman» mucho a sus seres queridos/as, sin embargo, a veces no es ese tipo de amor el que hace que el otro/a se quede, el que quiere poseer y no da libertad para SER.
Lic.Dolores Rueda