La Rutina cotidiana es refrigerante:
El matrimonio es la organización perfecta para evitar el sexo. Proporciona más coartadas, excusas, distracciones y tensiones para impedirnos gozar de la relación sexual que cualquier otra estructura social diseñada por el hombre.
Sin embargo, el matrimonio es también la mejor organización para gozar de la relación sexual más placentera y excitante. Proporciona más oportunidades para las variaciones sexuales, la experimentación y el desarrollo que cualquier otra alternativa que tengan los hombres y las mujeres para establecer la relación sexual.
No es una paradoja: es una cuestión de elección. Podemos poner el matrimonio al servicio de nuestras culpas y ansiedades sexuales para enfriarnos, o podernos usarlo para excitarnos.
No es el matrimonio lo que nos enfría: Somos nosotros los que nos enfriamos en el matrimonio, pero tenemos el poder de invertir la situación y gozar del mejor sexo posible.
Los hábitos y la rutina que matan nuestra sexualidad parecen producirse en forma natural, pero si examinamos las formas más frecuentes con las que tantos de nosotros logramos aburrirnos en pareja y por qué lo hacemos, los mitos sexuales que aceptamos sin discusión, los peligrosos juegos sexuales de las parejas y los ardides que empleamos con nosotros mismos para negarnos uno de los placeres más grandes que la vida y el matrimonio nos ofrecen, vemos que se pueden revertir.
Usted se enciende… y se apaga
Todo el tiempo somos potencialmente sexuales. El sexo está listo, esperando que lo expresemos, en cualquier momento del dia. Podemos excitarnos por una fantasía fugaz al lado del lavarropas, por un pasaje de un libro, una fotografía en una revista, el roce involuntario con el muslo de un desconocido en un tren, la visión de una joven que vemos un instante por una ventana. Pero nosotros, rutinaria y automáticamente, nos apagamos antes de que esos estímulos nos afecten.
Como dijo Freud en La psicopatología de la vida cotidiana, la represión y anulación de nuestra sexualidad fue lo que hizo del hombre un ser civilizado. Sin esos salvavidas, hubiéramos sido sexualmente activos en forma permanente y con cualquiera, el amor hubiese desaparecido, la familia no existiría, el trabajo quedaría sin realizar. Pero desgraciadamente, la mayoría de nosotros se ha vuelto supercivilizado. Que el cielo no permita que nos excitemos por el roce de un muslo o por una fantasía sexual en el trabajo. Vivimos nuestros días en estado perpetuo de embotamiento sexual por el temor de excitarnos en el momento inapropiado. Cuando volvemos a ponernos en contacto con nuestro compañero, en casa, hemos estado enfriándonos todo el dia. Y ese es sólo el principio, porque el hogar resulta el refrigerante más efectivo.
El lugar menos sexual del mundo: el hogar
Comparado con el hogar, el resto del mundo es una orgía en potencia. La mayoría de nosotros se siente más excitado por las fantasías fugaces con alguna compañera de trabajo que cuando entra a su casa y roza con los labios la mejilla del cónyuge. La casa es el escenario de nuestras mayores ansiedades, responsabilidades y de los conflictos más perturbadores. Inmediatamente nos hace pensar en las cuentas que hay que pagar y en los deberes que hay que cumplir, en los niños que hay que atender, en las discusiones que hay que terminar, en horarios, en rutinas… en todo menos en el sexo.
Para excitarnos debemos concentrarnos en nuestros deseos sexuales, dejando de lado todas las distracciones y ansiedades. No podemos pretender aprender a hacer esto en un dia, una semana, ni siquiera en un mes. Es una cuestión de reencaminarnos para que la sexualidad vuelva a convertirse en una de las cosas más importantes de la vida.
Desear el sexo en la pareja, decidir conscientemente que queremos experimentar las relaciones de tal forma que desarrollemos el espíritu de confianza y aventura con nuestro cónyuge. Ahora ya estamos a cargo de nuestra vida sexual, sin magia ni química. Podemos sentir todo lo que queramos. Y la mejor manera es haciendo juntos juegos y ejercicios sexuales.
Los ejercicios son simples y graduales. Comienzan con el tacto recíproco y avanzan por pasos hasta toda clase de aventuras sexuales. Encontrar ese tiempo es lo que más nos cuesta, ¨no somos criaturas¨, ¨el sexo debe ser espontáneo¨, ¨no tenemos tiempo¨, dicen las parejas.
Creo que todo eso expresa la resistencia a hacer del acto sexual, un acto consciente. Nos provoca ansiedad enfrentar nuestros deseos y temores en forma tan determinada. No creo ni por un momento que esos ejercicios quiten espontaneidad a la relación: nuestras respuestas sexuales siempre son espontáneas, sólo estamos haciendo que las circunstancias sean invitantes y relajadas de manera que puedan ocurrir las respuestas espontáneas.
Los ejercicios son como juegos de niños, su principal finalidad es ayudarnos a sobreponernos a la seriedad con que encaramos el sexo ¨maduro¨ del matrimonio y transportarnos a nuestras primeras experiencias sexuales. Y además sino tenemos tiempo para los ejercicios es que hemos decidido que no lo tenemos para el sexo, porque hemos colocado al sexo en el último término.
Sólo puedo asegurarles que lo difícil es el principio, atreverse a sentirse bien, porque en cuanto usted empieza, comienza el placer. Los ejercicios no deben dar trabajo, sino ser un juego placentero. Ensáyelos con el mismo espíritu con que probaría una comida nueva o un lugar nuevo para pasar las vacaciones. Es una aventura. Puede volver a aprender a relajarse y sentir placer sin sentirse culpable de egoísmo, puede empezar otra vez a considerar su cuerpo como fuente de maravilloso placer sensual y sexual. En resumen: los ejercicios pueden hacer que dejen de enfriarse y comiencen a excitarse.
Libro¨Cómo hacer el amor con la misma persona por el resto de su vida y con el mismo entusiasmo¨, de Dagmar OConnor
Conclusiones:
Creo que esta autora enuncia de manera simple problemas cotidianos que todas las parejas estables tienen, y da una propuesta de cómo manejarlos en los siguientes capítulos. Más allá de que creo que hay que ver cada caso en particular por qué se ha enfriado o a perdido el deseo, creo que son ideas que pueden servir y mucho para muchas parejas, y por más que este libro es antiguo hay algunas cuestiones afectivas que no han cambiado, e ideas , como cómo pensar que somos responsables de nuestro deseo, de cómo despertarlo, relanzarlo, o recrearlo son siempre vigentes. Muchas personas piensan que todo se tiene que dar espontáneamente y que se sigue teniendo que dar naturalmente con el paso del tiempo y no es así, es cómo pretender tener una empresa de algo para toda la vida, y no actualizarla, reinventarla, de acuerdo a las necesidades del mercado que van cambiando, si pueden verse como dos socios en esta empresa matrimonial, dos socios que van creciendo , y teniendo deseos nuevos, podrán animarse a seguir poniendo, sal, pimienta y todo lo que se necesite para que estar juntos no sea un simple ¨durar¨ sino seguir encontrando disfrute en los encuentros.
Lic. Dolores Rueda