Las masculinidades hegemónicas que aún hoy perduran en nuestra sociedad, presentan una disociación marcada entre erotismo y ternura, sin manifestar conflicto por la misma, dividiendo el campo de las mujeres entre las «buenas» para casarse o convivir y las «malas» para el disfrute sexual. Guardan expectativas de que las mujeres y compañeras se comporten maternal y tiernamente con ellos, aún cuando más contemporáneamente comienzan a presentar malestar por la «otra cara» de este «arreglo». Pues quieren además de ser mimados, ser deseados sexualmente por sus parejas, lo cual no está incluído en los modelos extremadamente «maternalizados».
La sexualidad genital se presenta asociada a la degradación del objeto erótico(«que sea una puta en la cama») con fantasías ligadas al dominio irrestricto en la escena sexual. Asimismo los varones de este modelo, han presentado históricamente una falta de expectativas de que sus parejas obtengan goce sexual sino que las consideran como «receptoras cariñosas» del erotismo masculino. Situación que empieza a causarles incomodidad propia y ajena y ahí es cuando generalmente se deciden a hacer la consulta sexológica/ psicológica.
Las nuevas masculinidades o modos de subjetivación masculinos «transicionales» se corresponden con la forma de funcionamiento de algunos varones más modernizados, para los cuales tener una relación de mayor paridad con las mujeres hace parte de sus expectativas en la vida adulta. Estos varones se permiten ser más como ellos son, que como «un hombre debe ser».
En el plano erótico presentan una mayor integración entre ternura y erotismo que los varones tradicionales, pero con coexistencia de expectativas de respuestas de tipo materno en la relación con sus compañeras.Aún cuando valoran la posibilidad de goce erótico de sus parejas, persiste una sexualidad asociada a la degradación del objeto erótico, pero más atenuada y lúdica.
La «doble vida» afectiva les genera más conflicto que a los varones hegemónicos pues valoran, a diferencia de éstos, la relación entre goce sexual y amor. Y además , por la empatía que les genera el posible sufrimiento que podrían causar a sus parejas, y también por la posible pérdida de las mismas. Además saben que es algo que también podría pasarle a sus parejas( la doble vida afectivo/sexual), pero desean fervientemente que no les pase.( Bibliografía: » Heridos Corazones», de Debora Tajer)
Lic. Dolores Rueda
¿Entonces? ni lo uno ni lo otro llevan a la plenitud, tanto un cuadro como el otro termina en frustración para uno y otra.