Corriendo el Velo de los conflictos con el deseo
4.1 Sobre la degradación del objeto amoroso:
Freud en “Sobre una degradación general de la vida erótica” (1912) nos revela muchos fantasmas que se esconden detrás de los conflictos con el deseo sexual:
“Si preguntamos a un psicoanalítico cuál es la enfermedad para cuyo remedio se acude a él más frecuentemente, nos indicará- previa excepción de las múltiples formas de la angustia- la impotencia psíquica. Esta singular perturbación ataca a individuos de naturaleza intensamente libidinosa y se manifiesta en que los órganos ejecutivos de la sexualidad rehúsan su colaboración al acto sexual, no obstante aparecer, antes y después, perfectamente intactos y a pesar de existir en el sujeto una intensa inclinación psíquica a realizar dicho acto. El primer dato para la comprensión de su estado lo obtiene el paciente al observar que el fallo no se produce sino con una persona determinada y nunca con otras. Descubre, así, que la inhibición de su potencia viril depende de alguna cualidad del objeto sexual, y a veces, indica haber advertido en su interior, un obstáculo, una especie de voluntad contraria, que se oponía, con éxito, a su intención consciente. Pero no le es posible adivinar en qué consiste tal obstáculo interno ni qué cualidad del objeto sexual es la que lo provoca.”
“Se trata realmente de la acción inhibitoria de ciertos complejos psíquicos, que se substraen al conocimiento del individuo, material patógeno cuyo contenido más frecuente es la fijación incestuosa, no dominada, a la madre, o la hermana. Fuera de estos complejos, habrá de concederse atención a la influencia de las impresiones penosas accidentales experimentadas por el sujeto en conexión con su actividad sexual infantil y a todos aquellos factores susceptibles de disminuir la libido que ha de ser orientada hacia el objeto sexual femenino.”
“El fundamento de la enfermedad es de nuevo, como muy probablemente en todas las perturbaciones neuróticas, una inhibición del proceso evolutivo que conduce a la libido hasta su estructura definitiva y normal. En el caso que nos ocupa, no han llegado a fundirse las dos corrientes cuya confluencia asegura una conducta erótica plenamente normal: la corriente “tierna” y la corriente “sensual”.”
“De estas dos corrientes, es la tierna la más antigua. Procede de los más tempranos años infantiles, se ha constituído tomando como base los intereses del instinto de conservación y se orienta hacia los familiares y los guardadores del niño. Integra, desde un principio, ciertas aportaciones de los instintos sexuales, determinados componentes eróticos…” “Corresponde a la elección de objeto primaria infantil.”
“El cariño de los padres y guardadores, que raras veces oculta por completo su carácter erótico (“el niño, juguete erótico”), con tribuye a crecentar en el niño, las aportaciones eróticas a las cargas psíquicas de los instintos del Yo,…”
“Estas fijaciones cariñosas del niño perduran a través de toda la infancia y continúan incorporándose considerables magnitudes de erotismo, el cual queda desviado, así de sus fines sexuales. Con la pubertad sobreviene luego la poderosa corriente “sensual”, que no ignora ya sus fines. Al parecer, no deja nunca de recorrer los caminos anteriores, acumulando sobre los objetos de la elección primaria infantil, magnitudes de libido mucho más amplias. Pero al tropezar aquí con el obstáculo que supone la barrera moral contra el incesto, erigida en el intervalo, tenderá a transferirse lo antes posible. De dichos objetos primarios, a otros ajenos al círculo familiar del sujeto, con los cuales sea posible una vida sexual real. Estos nuevos objetos son elegido , sin embargo, conforme al prototipo ( la imagen) de los infantiles, pero con el tiempo , pero, con el tiempo atraen a sí todo el cariño ligado a los primitivos.”
“Dos distintos factores pueden provocar el fracaso de esta evolución progresiva de la libido. En primer lugar, el grado de interdicción real que se oponga a la nueva elección de objeto, apartando de ella al individuo. No tendrá, en efecto, sentido alguno decidirse a una elección de objeto, cuando no es posible elegir o no cabe elegir nada satisfactorio. En segundo, el grado de atracción ejercido, por los objetos infantiles que de abandonar se trata, grado directamente proporcional a la carga erótica de que fueron investidos en la infancia. Cuando estos factores muestran energía suficiente, entra en acción el mecanismo general de la producción de las neurosis. La libido se aparta de la realidad, es acogida por la fantasía (introversión), intensifica las imágenes de los primeros objetos sexuales y se fija a ellos. Pero el obstáculo puesto al incesto obliga a la libido orientada hacia tales objetos a permanecer en lo inconsciente. El onanismo en el que se exterioriza la actividad de la corriente sensual, inconsciente ahora, contribuye a intensificar las indicadas fijaciones. El hecho de que el progreso evolutivo de la libido, fracasado en la realidad, quede instaurado en la fantasía, mediante la substitución de los objetos sexuales primitivos, por otros ajenos al sujeto, en las situaciones imaginativas conducentes a la satisfacción onanista, no modifica en nada el estado de las cosas. La substitución permite el acceso de tales fantasías a la conciencia, pero no trae consigo proceso alguno en los destinos de la libido.”
“Puede ser así, que toda la sensualidad de un joven quede ligada, en lo inconsciente, a objetos incestuosos o, dicho en otros términos, fijada a fantasías incestuosas inconscientes. El resultado es, entonces, una impotencia absoluta, que en ocasiones puede quedar reforzada por una debilitación real, simultáneamente adquirida, de los órganos genitales.
“La impotencia psíquica propiamente dicha, exige premisas menos marcadas,. La corriente sensual no ha de verse obligada a ocultarse en su totalidad detrás de la cariñosa, sino que ha de conservar energía y libertad suficientes para conquistar en parte el acceso a la realidad.”
“Pero sobretodo, se ve obligada a eludir toda aproximación a la corriente cariñosa, lo que supone una considerable limitación a la elección de objeto. La corriente sensual permanecida activa buscará tan sólo objetos que no despierten el recuerdo de los incestuosos prohibidos, y la impresión producida al sujeto por aquellas mujeres cuyas cualidades podrían inspirarle una valoración psíquica elevada, no se resuelve en él en excitación sensual, sino en cariño eróticamente ineficaz. La vida erótica de estos individuos permanece disociada en dos direcciones, personificadas, por el arte, en el amor divino y el amor terreno. Si aman a una mujer, no la desean, y si la desean no pueden amarla. Buscan objetos a los que no necesitan amar, para mantener apartada su sensualidad de los objetos amados, y conforme a las leyes de la “sensibilidad del complejo” y del “retorno de lo reprimido”, son víctimas del fallo singular de la impotencia psíquica en cuanto el objeto elegido para eludir el incesto les recuerda en algún rasgo, a veces insignificante, el objeto que de eludir se trata”.
“Contra esta perturbación, los individuos que padecen la disociación erótica descrita, se acogen principalmente a la degradación psíquica del objeto sexual, reservando para el objeto incestuoso y sus subrogados la supervaloración que normalmente corresponde al objeto sexual. Dada una tal degradación del objeto, su sensualidad puede ya exteriorizarse libremente, desarrollar un importante rendimiento y alcanzar intenso placer. A este resultado contribuye aún otra circunstancia. Aquellas personas en quienes las corrientes cariñosa y sensual no han confluído debidamente, viven, por lo general, una vida sexual poco refinada. Perduran en ellas, fines sexuales perversos, cuyo incumplimiento es percibido como una disminución de placer, pero que sólo parece posible alcanzar con un objeto rebajado e inestimado”.
“Hemos reducido la impotencia psíquica a la no confluencia de las corrientes cariñosa y sensual en la vida erótica y hemos atribuído esta perturbación de la evolución normal de la libido, al influjo de intensas fijaciones infantiles y al obstáculo opuesto luego, en la realidad, a la corriente sensual, por la barrera erigida contra el incesto en el período intermedio”.
“…queremos sentar la afirmación de que la impotencia psíquica se halla mucho más difundida de lo que se supone, apareciendo caracterizada, por una cierta medida de esta perturbación, la vida erótica del hombre civilizado”.
“… a aquellos sujetos a los que designamos con el nombre de psicoanestésicos, los cuales pueden realizar el coito sin dificultad alguna, pero no hallan en él especial placer, hecho bastante más frecuente de los que pudiera creerse.
La investigación psicoanalítica de estos casos tropieza con los mismos factores etiológicos descubiertos en la impotencia psíquica estrictamente considerada, pero no nos procura, en principio, explicación alguna de las diferencias sintomáticas. Una analogía fácilmente justificable, enlaza estos casos de anestesia masculina a los de frigidez femenina, infinitamente frecuentes, siendo el mejor camino para describir y explicar la conducta erótica de tales mujeres, su comparación con la impotencia psíquica del hombre, mucho más ruidosa”.
“Sólo en una limitada minoría aparecen debidamente confundidas las corrientes cariñosa y sensual. El hombre siente coartada casi siempre su actividad sexual por el respeto a la mujer y sólo desarrolla su plena potencia con objetos sexuales degradados, circunstancia a la que coadyuva el hecho de integrar en sus fines sexuales, componentes perversos, que no se atreve a satisfacer en la mujer estimada. Sólo experimenta, pues, un pleno goce sexual, cuando puede entregarse sin escrúpulo a la satisfacción, cosa que no se permitirá con la mujer propia. De aquí, su necesidad de un objeto sexual degradado, de una mujer éticamente inferior, en la que no pueda suponer repugnancias estéticas y que ni conozca las demás circunstancias de su vida, ni pueda juzgarle. A una tal mujer dedicará, entonces, sus energías sexuales, aunque su cariño pertenezca a otra de tipo más elevado. Esta necesidad de un objeto sexual degradado, al cual se enlace, fisiológicamente, la posibilidad de una completa satisfacción, explica la frecuencia con que los individuos pertenecientes a las más altas clases sociales, buscan sus amantes, y a veces sus esposas, en clases inferiores”.
“… dos factores etiológicos de la impotencia psíquica propiamente dicha: la intensa fijación incestuosa infantil y la prohibición real opuesta al instinto sexual en la adolescencia. Aunque parezca desagradable y , además, paradójico, ha de afirmarse, que para poder ser verdaderamente libre, y con ello, verdaderamente feliz en la vida erótica, es preciso haber perdido el respeto a la mujer y el horror a la idea del incesto con la madre o la hermana. Aquellos que ante esta exigencia, procedan a una seria introspección, descubrirán que, en el fondo, consideran el acto sexual como algo degradante, cuya acción impurificadora no se limita sólo al cuerpo. El origen de esta valoración, que sólo a disgusto reconocerán, habrán de buscarlo en aquella época de su juventud en la que su corriente sensual, intensamente desarrollada ya, encontraba prohibida toda satisfacción, tanto en los objetos incestuosos como en los extraños”.
“…Lo que no parece existir en la mujer, es la necesidad de rebajar el objeto sexual, circunstancia enlazada, seguramente, al hecho de no darse tampoco en ella nada semejante ala supervaloración masculina. Pero su largo apartamiento de la sexualidad y el confinamiento de la sensualidad a la fantasía, tiene para ella otra importante consecuencia. En muchos casos, no le es posible disociar las ideas de actividad sensual y prohibición, resultando, así, psíquicamente impotente, o sea frígida, cuando por fin le es permitida tal actividad. De aquí la tendencia de muchas mujeres a mantener secretas, durante algún tiempo, relaciones perfectamente lícitas, y para otras, la posibilidad de sentir normalmente en cuanto la prohibición vuelve a quedar establecida, por ejemplo en unas relaciones ilícitas. Infieles al marido, pueden consagrar al amante una fidelidad de segundo orden”.
“A mi juicio, este requisito de la prohibición, que aparece en la vida erótica femenina, puede equipararse a la necesidad de un objeto sexual degradado en el hombre. Ambos factores son consecuencia del largo intervalo exigido por la educación, con fines culturales, entre la maduración y la actividad sexual, y tienden igualmente a desvanecer la impotencia psíquica resultante de la no confluencia de las corrientes cariñosa y sensual. El hecho de que las mismas causas produzcan en el hombre y en la mujer afectos tan distintos, depende, quizás, de otra divergencia comprobable en su conducta sexual. La mujer no suele infringir la prohibición opuesta a la actividad sexual durante el período de espera, quedando así establecido en ella el íntimo enlace entre las ideas de prohibición y sexualidad. En cambio el hombre infringe generalmente tal precepto, a condición de rebajar el valor del objeto, y acoge en consecuencia, esta condición en su vida sexual ulterior.”
“Ante la intensa corriente de opinión que propugna actualmente la necesidad de una reforma de la vida sexual, no será quizá inútil recordar, que la investigación psicoanalítica no sigue tendencia alguna. Su único fin es descubrir los factores que se ocultan detrás de los fenómenos manifiestos”.
“El hecho de que el enfrentamiento cultural de la vida erótica traiga consigo una degradación general de los objetos sexuales, nos mueve a transferir nuestra atención, desde tales objetos, a los instintos mismos. El daño de la prohibición inicial del goce sexual se manifiesta en que su ulterior permisión en el matrimonio, no proporciona ya plena satisfacción. Pero tampoco una libertad sexual ilimitada desde un principio, procura mejores resultados. No es difícil comprobar que la necesidad erótica pierde considerable valor psíquico en cuanto se le hace fácil y cómoda la satisfacción. Para que la libido alcance un alto grado, es necesario oponerle un obstáculo…”. … “ la importancia psíquica de un instinto crece con su prohibición.”… “en la naturaleza misma del instinto sexual, existe algo desfavorable a la emergencia de una plena satisfacción. En la evolución de este instinto, larga y complicada, destacan dos factores a los que pudiera hacerse responsables de tal dificultad. En primer lugar, a consecuencia del desdoblamiento de la elección de objeto y de la creación intermedia de la barrera contra el incesto, el objeto definitivo del instinto sexual n es nunca el primitivo, sino tan sólo un subrogado suyo. Pero el psicoanálisis nos ha demostrado, que cuando el objeto primitivo de un impulso optativo sucumbe a la represión, es reemplazado, en muchos casos, por una serie interminable de objetos substitutivos, ninguno de los cuales satisface por completo. Esto nos explicaría la inconstancia en la elección de objeto, el “hambre de estímulos”, tan frecuente en la vida erótica de los adultos”.
“Los instintos eróticos son difícilmente educables y las tentativas de este orden dan tan pronto resultados exiguos como excesivos. No parece posible que la cultura llegue a conseguir aquí sus propósitos sin provocar una sensible pérdida de placer, pues la pervivencia de los impulsos no utilizados se manifiesta en una disminución de la satisfacción buscada en la actividad”.
En el análisis de este texto podemos observar el enlace entre “el fantasma de la prostitución” que describe Clara Coria en el capítulo 3 y la necesidad de los hombres descripta por Freud de “degradar al objeto”.
Así también como a veces algunas mujeres utilizan la sexualidad como recurso para conseguir otras cosas, así lo explica Coria en “Las negociaciones nuestras de cada día”:
“… ante la inevitabilidad de negociar, a algunas mujeres no les queda otra alternativa que recurrir a otros tipos de recursos que no están directamente relacionados con el objeto concreto de negociación, porque pertenecen a otro ámbitos; entonces los implementan forzadamente a falta de otros genuinos. Uno de ellos es recurrir al sexo para resolver negociaciones que nada tienen que ver con la sexualidad en sí misma. Una mujer comentaba:
¡Cuánto disfrute sexual me perdí por usar la sexualidad como recurso de presión! Con el tiempo me di cuenta de que hacía eso porque no tenía otros recursos, ni independencia económica ni la autonomía suficiente para decirle abiertamente a mi marido todo aquello de lo que disentía.
Para muchas mujeres, la sexualidad se convierte en el único recurso disponible. De la misma manera que las mujeres pobres y analfabetas recurren a sus conocimientos elementales de supervivencia: cocinar y limpiar- a falta de otro saber- para emplearse en el servicio doméstico, así también muchas otras- pudientes y preparadas- recurren al elemental conocimiento de la sexualidad a falta de otros más genuinos cuando se ven en la necesidad de abordar negociaciones para las cuales no están preparadas”.
4.2 Pulsión Sexual/ Pulsión de vida:
Buscando enlaces entre la pulsión sexual y la pulsión de vida encontramos lo siguiente:
En “Pulsiones y destinos de pulsión”(1915), Freud relaciona las pulsiones sexuales con otras pulsiones(yoicas):
“…Son numerosas, brotan de múltiples fuentes orgánicas, al comienzo actúan con independencia unas de otras y sólo después se reúnen en una síntesis más o menos acabada. La meta que aspira cada una de ellas es el logro del placer de órgano; sólo tras haber alcanzado una síntesis cumplida entran al servicio de la función de reproducción, en cuyo carácter se las conoce comúnmente como pulsiones sexuales. En su primera aparición se apuntalan en las pulsiones de conservación, de las que solo poco a poco se desasen; también en el hallazgo de objeto siguen los caminos que les indican las pulsiones yoicas. Una parte de ellas continúan asociadas toda la vida a estas últimas, a las cuales proveen de componentes libidinosos que pasan fácilmente inadvertidos durante la función normal y sólo salen a la luz cuando sobreviene la enfermedad. Se singularizan por el hecho de que en gran medida hacen un papel vicario unas respecto de las otras y pueden intercambiar con facilidad sus objetos (cambio de vía). A consecuencia de las propiedades mencionadas en último término, se habilitan para operaciones muy alejadas de sus acciones- meta originarias (sublimación)”.
4.3 Experiencia sexual, estilos de apego y tipos de cuidados en las relaciones de pareja:
En España, se analizó cómo se entrama la carencia de cuidados de apego y el deseo sexual:
Según un estudio hecho en la Universidad de Murcia (España, 2011) se ha llegado a las siguientes conclusiones:
“La extensión de la teoría del apego a las relaciones afectivas adultas ha promovido un marco de indudable valor para estudiar el amor y las relaciones de pareja. Desde esta perspectiva propusieron que el amor puede ser considerado como la expresión del vínculo de apego en las relaciones afectivas entre adultos. Las experiencias emocionales relacionadas con el enamoramiento y el mantenimiento del vínculo, y las reacciones ante la pérdida o amenaza de pérdida del compañero/a, coinciden con los principios básicos de la teoría del apego.
Desde este enfoque se asume que los vínculos de pareja implican una interacción entre tres sistemas, distintos pero relacionados, el sistema de apego, el sistema sexual y el sistema de cuidados. Estos sistemas, dirigidos por metas funcionales, incluyen componentes cognitivos y emocionales e incorporan representaciones mentales de uno mismo, de los demás y de la relación correspondiente, a través de su repetida activación en contextos sociales relativamente estables. Los modelos internos así construídos intervienen en la memoria de la historia de la relación, en la interpretación de las relaciones actuales y en la propia activación del sistema. El buen funcionamiento de cada uno de los tres sistemas favorece el mantenimiento de vínculos afectivos satisfactorios, mientras que las dificultades en su activación, o las posibles interferencias entre ellos, se asocian con conflicto, insatisfacción e inestabilidad en la relación.
El sistema de apego está al servicio de la satisfacción de las necesidades afectivas a lo largo del ciclo vital, siendo su objetivo el logro de una suficiente sensación de protección y seguridad emocional. Un volumen considerable de investigación ha explorado la influencia del apego en la calidad y estabilidad de las relaciones amorosas, confirmándose que las personas seguras se muestran confiadas y receptivas, disfrutan de la intimidad, aceptan la dependencia propia y la de su pareja y mantienen relaciones afectivas más estables y satisfactorias que las personas inseguras. En las personas ansiosas, se produce una sobreactivación del sistema de apego, con un aumento de la percepción de amenaza o de rechazo, una exageración de las solicitudes de afecto, protección y atención, celos y una mayor vulnerabilidad a la soledad. El apego evitativo, por el contrario, implica una desactivación del sistema (conductual, emocional y cognitiva), que conlleva una autosuficiencia compulsiva, una evitación de la intimidad y falta de confianza. En este caso se trata de una adaptación para evitar el sufrimiento ante la persistente falta de respuesta de la figura de apego (Bowlby, 1969).
Si el sistema de apego se dirige a lograr la propia seguridad emocional en la figura de apego, el sistema de cuidados es un conjunto de comportamientos y actitudes cuyo objetivo es reducir el sufrimiento o la necesidad de los otros y favorecer su seguridad y bienestar. El adecuado funcionamiento del sistema de cuidados en una relación de pareja promueve la sensación de seguridad emocional y gratitud, mientras que el fracaso a la hora de empatizar y aliviar la necesidad del otro miembro de la relación es una de las mayores fuentes de tensión y conflicto en la pareja, bien porque aumenta la inseguridad sobre la capacidad o el amor del otro, o bien, porque promueve un mayor distanciamiento respecto del compañero que expresa necesidad o estrés.
“… En cuanto al sistema sexual, éste converge con el sistema de apego en la medida en que requiere de intimidad y proximidad emocional. Abundantes trabajos han aportado evidencia de cómo intervienen los modelos internos de apego en la experiencia erótica. Los resultados indican que las personas seguras manifiestan una menor propensión a mantener relaciones sexuales al margen de la principal, y a implicarse en relaciones iniciadas mutuamente, disfrutando de las caricias y del contacto corporal independientemente del comportamiento estrictamente sexual. Tracy, Shaver, Albino y Cooper( 2003) hallaron que los adolescentes “seguros” referían experimentar más amor hacia sus parejas y más pasión y emociones positivas en sus relaciones sexuales. Las personas evitativas tendieron a tener relaciones sexuales casuales, menos comprometidas y más promiscuas, con menores niveles de intimidad erótica y con menores niveles de satisfacción sexual. En el estudio de Kirpatrick y Davis (1994), los varones evitativos fueron los que puntuaron más bajo en la escala de deseo sexual. También en la adolescencia constataron que aquellos que puntuaban alto en evitación decían experimentar menos deseo sexual, y menor disposición a entablar y disfrutar de las relaciones sexuales. En cuanto a la motivación relacionada con la sexualidad, las personas evitativas señalan estar más motivadas para ejercer el control del compañero/a, o reducir el estrés, que para promover la unión y el placer en sus parejas. Respecto de las personas ansioso-ambivalentes hallaron que su satisfacción sexual estaba más asociada a las caricias que a las conductas más claramente sexuales, y que los hombres ansioso-ambivalentes eran menos proclives a la experiencia sexual, mientras que en las mujeres se asociaba a relaciones de dominación-sumisión. Por su parte Davis y Shaver (2004) hallaron que los adultos “ansiosos” tienden a considerar la relación sexual como un medio de lograr intimidad emocional, de elicitar conductas de cuidado y evitar el rechazo y la rabia de sus parejas.
“…Los autores proponen que en el caso de la evitación, la motivación sexual podría ser puesta al servicio de la afirmación personal y en el caso de la ansiedad, ésta podría subordinarse a las necesidades de apego, logrando a través de ella intimidad, proximidad y contacto físico, de forma que el objetivo prioritario, en ambos casos, no sería la satisfacción sexual en sí misma, sino la consecución de seguridad por distintas vías”.
Guiados por la investigación precedente nos proponemos analizar las conexiones entre el sistema de apego y el sistema sexual en varones y mujeres. Una aportación del presente trabajo tiene que ver con el modo de abordar la evaluación de la experiencia sexual que incluye, no solamente la satisfacción respecto a las relaciones sexuales, sino también variables como la satisfacción referida al deseo sexual, la frecuencia de deseo en general, la frecuencia de deseo hacia la pareja y la frecuencia de las relacione sexuales. Se espera, de acuerdo con Belsky (1999), que la seguridad del apego se vincule positivamente a la satisfacción con las relaciones eróticas, la frecuencia de deseo y la frecuencia de deseo hacia la propia pareja, y negativamente con el grado de conflicto personal con el deseo sexual.
Los datos obtenidos apoyan las hipótesis planteadas, de modo que las personas seguras en relación con el apego, tienden a estar más satisfechas con su vida sexual, a tener menos conflicto con el deseo erótico y a mostrar mayor capacidad de ofrecer cuidados sensibles. Las personas inseguras, tendentes a la ansiedad o la evitación, muestran diferencias significativas en relación con el grupo de los seguros.
4.4 Lo obsceno en la pareja:
En “Lo obsceno en psicoanálisis de pareja”, compilado de Barros de Mendilaharzu, Eksztain, Inda, Moscona y Makintach, se levanta el telón y encontramos lo siguiente:
Lo obsceno , del latín obscenus, indecente, en el ámbito teatral remite a situaciones que deben estar “fuera de la escena”. Se trata de relatos o interacciones de extrema crueldad y/o sexualidad exhibidas que, si bien son importantes en la trama, no deben ser mostradas; es el espectador el que debería inferirlas. Estaría relacionado con un velo que falta y, por ende, con un exceso de mostración.
“Lo obsceno, en cambio asociado al erotismo, puede constituirse en un ingrediente necesario e inevitable del deseo, de la vida erótica, y en un instrumento eficaz de desacralización del consagrado. Para esto se vale del recurso de la belleza y la sublimación.”(Saude,S.2012)”
“Lo obsceno que oculta mostrando se enquista en el vínculo amoroso como la búsqueda de “llenar lo imposible buscando la completud… el hacer de dos Uno, que produce vincularidades diversas con sus padeceres.” “La diversidad de padeceres pone en evidencia un rasgo caracterísitico del vínculo de pareja que es llenar lo imposible buscando la completud.”
“…en la actualidad alguien o algo no existe en tanto se muestra y es así como el privilegio de la mirada es apabullante”.
Sibilia habla de espectáculos cada vez más estridentes. Lo denomina “el show del yo”, el cual es promovido por la sociedad del espectáculo, verdadero festival de vidas privadas en la que sólo es lo que se ve.
La manifestación del autoexhibicionismo y el porno-soft abarca desde las amas de casa y madres de familia hasta jóvenes de todos los estilos, géneros sexuales y procedencias. Las webcams permiten ver en vivo y en directo lo que ocurre en la intimidad. Todos son escenarios que se prestan para que la mirada traspase el umbral de lo privado.
“Los nuevos amantes calcan su propio deseo y su amor sobre las propuestas de la prensa amarilla y los filmes pornográficos. Para sentir que existen, deben pasar por la mirada del Otro, bajo peligro de desaparecer ante sus propios ojos. Escindidos de ellos mismos por el reflejo que ofrecen, ilusoriamente intentan reencontrarse en ese, su primer espejo: los ojos maternos. Se parecen a los bebés que encuentran su primer espejo en los ojos de la madre.
“El deseo de ser mirado se transforma en una necesidad fundamental para constatar la propia existencia.”
“Lo obsceno es un intento de armar un Ser allí donde algo debe quedar agujereado, se exhibe, se muestra. Al dar consistencia a la levedad del ser, el exhibicionismo, sabemos, es un intento de sortear la castración”. “… la exhibición de lo más escabroso, lo más escatológico y toda forma de sexualidad no sólo no se controla, sino que además adquiere un cierto valor en términos de sinceramiento, de que es mejor saber que ocultar, y en que las perversiones se confunden con “la verdad sin tapujos”.
“Lo obsceno de lo que quiera que sea no está en la cosa en cuestión, sino en el sujeto actor, en el sujeto receptor o en ambos a la vez…Es un modo de relación”.
No hay obscenidad sin goce avasallador de los sentidos que la despierte. Lo obsceno es en relación a Otro, con otro y en un contexto. Tanto lo fuera de escena como la transformación de lo privado en público.
Makintach dice: “La vida en pareja implica una paradoja: estar juntos y separados; conlleva considerar que aquello que impide y se interpone es al mismo tiempo lo que impulsa el acercamiento entre uno y otro de la pareja. En todo vínculo hay una disarmonía constituyente, un vacío, un real que se sustrae a la posibilidad de inscripción, un real del que estamos exiliados”.
Acotando lo que debe ser visto o dicho para civilizar el deseo surge el afán de decir y ver más allá.
Es característico del vínculo de pareja intentar llenar lo imposible buscando completud. Esta pasión por cubrir el hiato, por hacer de dos Uno produce vincularidades diversas con sus padeceres. “Persuadiendo al otro de que tiene lo que puede completarnos nos aseguramos precisamente de que podremos seguir ignorando qué nos falta”. ( Lacan, 1964)
Desde Freud, lo obsceno es algo destinado a mostrar la desnudez. Supone que los chistes “verdes” no han sido suficientemente investigados debido a la repugnancia que produce su indagación. Los toma como la punta de análisis de la sublimación de lo obsceno. Además lo asocia a las teorías sexuales infantiles, a la cloaca donde lo sexual y lo excrementicio se confunden .
La clínica psicoanalítica con parejas es un terreno propicio de presentación de lo obsceno.
A veces, los insultos, maltratos verbales cruzados o unidireccionales, hasta gestos, miradas de desprecio y búsqueda de complicidad con el analista son convocatorias, pasibles de simbolización o, en su defecto, de corte, como acto analítico.
Lo obsceno apela a la dimensión perverso-polimorfa y frecuentemente intenta encontrar la participación de otro para dañar y excluir a un tercero. El cómplice buscado podrá ser tanto el analista como su pareja.
Lacan nos recuerda que “el analista tiene que pagar con su persona para sostener su lugar y su deseo”.
Hay un querer saber, querer mostrar, querer ver-mirar lo imposible: la muerte y la sexualidad, con la pretensión de dominarlas. Lo obsceno trata de dominar la castración en ese todo mostrar o decir, fallido siempre. La represión es un recurso neurótico que conllevará inhibición, síntoma y angustia, mientras que la desmentida será una estrategia para renegar la castración, muchas veces con el intento de producir angustia en el otro.
Podríamos decir que allí donde falta un significante para la muerte y la sexualidad-nudo freudiano- asoma lo obsceno.
Braudillard en “Las estrategias fatales” dice que lo obsceno es lo más visible que lo visible, diciendo: “La obscenidad es la proximidad absoluta de la cosa vista, el hundimiento de la mirada en la pantalla de la visión: hipervisión en primer plano, dimensión sin retroceso, promiscuidad total de la mirada con lo que se ve”.
Lo obsceno pretende que la distancia entre la representación y lo representado no exista. Lo que muestra lo obsceno es que falta velo.
Algunas parejas niegan la opacidad y sostienen la fantasía de transparencia. La representación del otro pretende abarcar el todo del otro, al otro todo. Frases tales como “Lo conozco como a la palma de mi mano”, “Se tanto de ella como si la hubiera parido”, ubican este tema en la clínica.
El goce obsceno necesita ser velado… para que aparezca el deseo?
Cuando el goce está unido al deseo, este último une y enlaza. Cuando el goce es parasitario, hace estar en la vida quejándose, incomoda y produce objetalización del otro.
“El goce es siempre el uno en el otro sin que uno cubra al otro”, nos referimos al acto sexual, al encuentro de los cuerpos en búsqueda de goce, cuando el deseo es de gozar con otro y no de otro.
La relación sexual ha lugar aunque no la hay, los cuerpos se separan y porque se separan pueden juntarse. “… en el vacío entre ambos surja algo…” Relación-separación de los sujetos, es el entre dos, es el vacío. La pulsión sexual ubica un objeto de goce en el lugar vacío. “… un espacio vacío que permita anudar amor, deseo y goce.”
“Cuando los próximos se aproximan, se enlazan en un encuentro-desencuentro sexual, él y ella distinguen un sí mismo del otro y gracias al otro. Distinguiéndose, se excitan, se diferencian, se exceden donde n hay cálculo posible. Descubren e inventan sus zonas erógenas en ese vínculo, en ese acercamiento-alejamiento, en ese juntos y separados. “La belleza del cuerpo que deseo es aquello por medio de lo cual ese cuerpo se gusta también a sí mismo” ( Hume, 1739).”
Una posibilidad de a-propiarse del otro cuando del acto sexual y de sus juegos se trata, es la recurrencia a lo obsceno, que no sería tal si hay un espacio de a-propiamiento conjunto.
Lacan dice en “La función del velo” (1956):
“Sobre el velo se dibuja la imagen. Esta y ninguna otra es la función de una cortina, cualquiera que sea. La cortina cobra su valor, su ser y su consistencia, precisamente porque sobre ella se proyecta y se imagina la ausencia.”
El tema del velo, habilita la curiosidad dado que este sugiere e impulsa, posibilitando el ir más allá. Este “más allá” subyace a todo acto creativo, así como también promueve la fantasía y el deseo. En cuanto lo inmostrable es mostrado, su encanto se desvanece. Si la imagen se ofrece carente de glamour de lo erótico, pierde su magia.
El velo como un telón, una pantalla o una cortina habilita la imaginación, la ilusión, la existencia de un sustituto para el objeto faltante. Lo que vela el velo es la falta.
Lo obsceno muestra en formato ostentoso y descarado la falta o falla de ese velo necesario que permita atrapar entre sus tules y madejas el deseo que, evanescente, se escabulle. En estos casos se producen situaciones-frecuentes o inhabituales- que imposibilitan a la pareja el poder operar con las herramientas adecuadas para tejer la que fuera denominada “cadena erótica vincular”.
En cambio el erotismo propicia levantar los velos del pudor a favor del encuentro amoroso en el cual muchas actitudes y palabras que se considerarían obscenas en otro contexto, cobran en esa ocasión un valor excitante.
Epicuro pensaba que el placer erótico es el patrón de las felicidades porque es en el momento erótico donde la vida se revela con mayor fuerza.
Y es que el hombre se siente acosado por el deseo como un lobo.
El erotismo es pulsión velada, es la poesía de la sexualidad. Juntos los paternaires van tejiendo una cadena erótica vincular ( Ekstain, 2002). Los diferentes eslabones de la cadena incluyen una riqueza de componentes (pulsión, placer, displacer, goce, deseo, sublimación…) los cuales encadenan eficazmente. Eros es una potencia que mantiene cautivo.
En el sexo pornográfico que las autoras relacionan con la fragmentación y lo compulsivo, se produce una clausura del espacio transicional… y según lo que venimos describiendo es necesario que algo quede fuera de la mirada para que resulte erótico en la vida de pareja.
“…bello es el objeto al que le es esencial un secreto, un velo” ( Benjamín,W.)
Los velos no solamente habilitan el mundo deseante y el erotismo, son también una forma del límite entre lo íntimo, lo privado y lo público.
Enlazando con el capítulo 2 y 3 en los cuales Esther Perel y Clara Coria describen los fantasmas que se esconden tras los deseos masculinos y femeninos, Juan Carlos Volnovich en “Ir de putas” sostiene que la presencia de dinero es fundamental porque el pago garantiza que el deseo de la mujer esté siempre en suspenso. Si el amor por la madre es incondicional y único, la puta como objeto erótico subrogado ocupará un lugar antitético que se caracteriza por ser múltiple, condicionado y evanescente. Dice el autor: “Pautado por horario, lugar y precio, el rendez vous con el cuerpo de una mujer vivido como peligroso, sirve de pretexto para el despliegue de una escena ritualizada, simulacro de un encuentro sexual, parodia de una relación pasional, en que todo está puesto al servicio de la dominación, la denigración femenina y, por lo tanto, de la humillación masculina. Con estas mujeres se ilusiona con que no fracasa y a su vez conjura las fantasías de castración e impotencia.
4.5 Fantasmas homosexuales en la pareja:
José Milmaniene en “Extrañas Parejas”dice “Los psicoanalistas debemos estar atentos a “quien habla” detrás de lo que se dice, siendo claro que cuando nos hallamos con un estilo que no se corresponde con el sexo real del sujeto, la patología se ha instalado. Frecuentemente la homosexualidad reprimida se contenta sólo con el goce estilístico que procura expresarse al modo del otro sexo, si bien en muchas ocasiones la elección del estilo delata la verdad actuada de la identidad sexual trastocada. Se entiende, pues, la causa de determinadas preferencias estilístico-laborales de algunos sujetos.”
Ciertos “feminismos” se configuran como la contracara especular del “machismo”, dado que ambas posturas intentan negar las diferencias, en tanto que de un lado o del otro, la estrategia consiste en crear un mundo falocéntrico, recusándose en cualquier caso la alteridad radical de lo femenino.
En general las parejas que suelen funcionar adecuadamente son aquellas en las la mujer a la vez que acepta su lugar femenino, puede canalizar logradamente sus corrientes fálicas; así como el hombre que se halla bien situado virilmente puede desplegar sus componentes femeninos sin pasivizarse. Se entiende que en tal caso cada uno favorece el despliegue de las corrrientes libidinales del Otro, a resguardo del resentimiento y la envidia, dado que ambos tienen elaborados sus aspectos homosexuales.
Las parejas suelen fracasar cuando sus integrantes no tienen resueltas sus fuertes tendencias homosexuales, lo que determina el intento de someter envidiosamente al Otro, en tanto el hombre no tolera lo femenino de ella o la mujer no tolera lo masculino de él. En estos casos la mujer no soporta por rivalidad los logros fálicos del hombre y el hombre ataca el goce pasivo femenino de ella. No se trata obviamente en estos casos de un problema comunicacional- tal como lo plantean ciertas corrientes conductistas-, sino de la exacerbación de los componentes homosexuales de ambos, es decir del falicismo de ella (envidia del pene), y de la posición pasiva masoquista frente al padre por parte de él. La paradoja reside en que cuanto más fálico se plantea él, más se lo ataca y se lo castra, y cuanto más goza ella desde su feminidad más se intenta privarla del goce, en un ciclo de enfermedad creciente que suele terminar en la separación liberadora o en la destrucción recíproca de no mediar un cambio subjetivo por parte de ambos.
Sin embargo desde el punto de vista manifiesto cada cual le reclama al otro su incapacidad para sumir con entereza y dignidad los emblemas de su sexo: doble movimiento simultáneo, pues de apropiación del poder fálico y castración del Otro a la vez que formulación del reclamo porque que éste no ocupa el “buen” lugar.
Se puede entender entonces, la causa de los frecuentes extravíos que acaecen en la pareja cuando cada uno habla desde “otro” lugar que el que le impone su propio sexo.
Milmaniene comparte la siguiente viñeta:
“Un joven paciente de 27 años me expresaba en su análisis que la hipótesis de homosexualidad reprimida que yo interpretaba como tendencia que hacía obstáculo al encuentro estable con una mujer, era inconsistente, dado que él jamás había vivido desde los 15 años sin dejar de mantener continuamente alguna relación heterosexual. La presencia constante de la mujer en su vida, sin períodos de soledad, hablaba justamente de lo contrario: la compulsión a estar siempre acompañado de alguna novia o compañera era una fuerte defensa contra la amenaza de una soledad que implicaba obviamente el riesgo de la homosexualidad. Prefería relaciones inestables, breves y conflictivas con las mujeres, que generaban la apariencia de una sexualidad fálica, a una soledad existencial que lo inundaba de fantasías y temores homosexuales inconscientes.
La compulsión a estar siempre en pareja- sin ningún momento intervalo libre y sin lograr afirmarse en una relación satisfactoria con algún grado de permanencia- suele ser la marca inequívoca de una sexualidad endeble, que en su exceso delata el déficit que intenta disimular.
Milmaniene, tomando como fuente la relación que hizo Freud entre celos y homosexualidad explica:
“En la concreción del engaño la infidelidad el tercero es “elegido” de modo tal que se trata de alguien que se sitúa en el orden del deseo del paternaire. Generalmente se engaña con alguien que podría ser deseado por el engañado, dado que sólo así se puede cerrar el triángulo, al configurarse una circularidad de deseos en la cual uno apetece al Otro del Otro.
A través de los frecuentes triángulos se canalizan las fuertes tendencias homosexuales reprimidas, a la vez : “de que el hombre busca lo que hay de hombre en la mujer, y la mujer lo que hay de mujer en el hombre”. Deleuze describe así el goce que preside toda relación celotípica, dado que en ella se persigue el núcleo opaco del “otro” sexo que se disimula detrás del semblante exagerado del sexo manifiesto del paternaire.
4.6 Motivos manifiestos:
Además de todos los motivos inconscientes y latentes que hemos descrito, hay una variedad de contenidos observables que atentan contra el deseo sexual como:
-La mitad de la vida, la andropausia, la menopausia, el tedio, la rutina, la apatía, el estrés, el aburrimiento, el cansancio, la pérdida laboral, cierto tipo de medicación, la baja de testosterona y el aumento del colesterol entre otros.
El Dr Juan Carlos Kutnezoff, en su libro “Andropausia” dice : “Habitualmente, el aburrimiento, el cansancio rutinario suele ser un sentimiento que oculta los auténticos conflictos…En esta época de la cincuentena, las crisis, las ansiedades y sus problemas suelen ser difíciles de sobrellevar…”
“Hay un efecto bioquímico relacionado con estos fenómenos de estrés, que se relaciona directamente con los problemas sexuales que suelen tener los hombres sometidos a tensión. Se ha demostrado con mucha nitidez que junto con el incremento de la adrenalina, disminuyen las hormonas, en particular, la testosterona.
La testosterona, responsable directa del deseo sexual, está fuertemente disminuída, y eso explica con claridad por qué las personas sometidas a estrés tienen poco o ningún deseo sexual. Que, a su vez, y de manera secundaria, puede derivar en trastornos eréctiles u orgásmicos.”
Y sobre el colesterol agrega “El exceso de colesterol que circula, tiende a obstruir arterias de buena parte del organismo, trayendo la enfermedad arterioesclerótica, responsable de muchísimas afecciones, entre ellas el infarto de miocardio, la angina pectoris, la obstrucción de los miembros inferiores y la disfunción eréctil, por déficit de circulación sanguínea en la pequeñas arterias peneanas.
Otras causas hormonales de disminución del deseo son el hipotiroidismo y la hiperprolactinemia, asi como los sedantes que muchos son de consumo masivo.
Podemos observar que el detrás de escena de la falta de deseo es multideterminado, intra e intersubjetivo.
Hola Lola!!! te felicito por tu web!
Interesantísimo el artículo, pero … difícil !!! yo haría un post más corto explicado por vos, de esa manera llega mas fácil a los lectores, es mi humilde opinión.
tuve que concentrarme y me salía humo de la cabeza!!!! jajaa besossss!!
Gracias! te había respondido por facebook, ahoa por acá, besos!
muy interesante ,todo , un tema que me interesaría es las fantasías homosexuales en la menopausia.
Hola Elsa, bueno me alegro que te interese la página.El tema de las fantasías homosexuales en las personas heterosexuales, es altamente común a lo largo de toda la vida de los individuos, lo que pasa es que en algunos casos , èsto asusta mucho y son reprimidas por largo tiempo, y quizás en la Menopausia(por la edad y no por la Menopausia) hay más recorrido y más libertad para «acoger» cualquier fantasía que se presente, tanto en la masturbación como en el encuentro con un compañero/a sexual.Estas fantasías enriquecen la líbido y aumentan el placer personal y del otro/a cuando se comparten y muchas veces quedan en el orden de la fantasía y no necesariamente las personas quieren llevarlas a la práctica.
Bueno espero que te sirva,
Saludos,
Lola