En el libro » La Pareja Rota» de Mariam Alizade se develan algunas cuestiones de por qué algunas parejas siguen unidas, aunque sea por el conflicto , mucho tiempo después de haber finalizado el divorcio.
Entre los elementos que mantienen unidas a las parejas infelices se pueden citar: el goce en las interrelaciones sufrientes, la necesidad de castigo, la fantasía de refugio, los contratos de conveniencia, la tentación de poder, de ascensión social y económica, la crianza de los hijos y una muy importante: la fobia a quedar solo/sola. Permanecer juntos encuentra motivaciones conscientes e inconscientes.
La soledad es una imagen temida y desjerarquizada. El fantasma de la soledad suele adquirir tal intensidad, que muchas personas sólo se atreven a separarse cuando han encontrado a otra/otro con quien reorganizar pareja. La » fobia a uno mismo» es una suerte de autofobia, se refiere al sujeto que padece esta fobia interior y se considera impotente para llevar adelante un cambio significativo en su vida. El cambio suele sucederle en forma pasiva y asimétrica» el otro lo divorcia», en tanto él o ella asisten de manera pasiva al hecho consumado.
Sostener y cultivar una pareja es un trabajo constante, pone en juego cierta valentía de crear y la renuncia a deseos individuales en aras de provocar transformaciones íntimas positivas en el marco de una complacencia recíproca. Es imposible exigirle a un ser humano la permanencia afectiva al lado de una sola persona a lo largo de toda la travesía vital. Esto implicaría ignorar los senderos mentales donde moran la libertad de expresión y el complejo territorio del deseo.
Ejercer la función amante es un desafío a la creatividad. Las personas involucradas se ejercitan en ser otro u otra para así desembarazarse de los efectos represivos de la rutina, sortear los diques de los hábitos y las vergüenzas, y bailar al ritmo de un nuevo compás sensual.
El pre -divorcio es un tiempo de desgaste relacional.Se detecta cuando la pareja hace síntomas. Puede durar largos años. El vínculo se envuelve en una atmósfera irritante donde predominan los afectos negativos: desaliento, desesperación, rivalidad, reproches, quejas, violencias recíprocas y hastío. La energía que unía a la dupla se coagula y espesa.
Los divorcios se inician en el mundo interno, en el espacio común de ambos participantes, de manera gradual e imperceptible. Los divorcios interiores son micro-divorcios que se llevan a cabo mediante finas desataduras afectivas. Las circunstancias externas, a veces implacables, la obra del tiempo, los misterios del destino, las maduraciones a destiempo fisuran la superficie psíquica que parecía a salvo de todo naufragio. El deseo mutuo se evapora. Los protagonistas se miran desde una distancia donde se mezclan lo otrora familiar y lo extranjero mientras se vacían de deseo recíproco. Se instala una vincularidad exenta de entusiasmo. La vida en común adopta la forma de un callejón sin salida. Se dibuja un perfil de asimetría cuando no son ambos sino uno de los integrantes quien experimenta el deseo de divorcio.El apoderamiento del semejante produce goce narcisista y satisfacción de las pulsiones de dominio. La decisión de terminar con esa unión no es siempre tarea fácil: la costumbre, la mirada social, las conveniencias, los hijos , el miedo, la disposición sacrificial, construyen murallas de apropiación del otro ser en una relación sin dicha y con sufrimiento que , en ocasiones, se cronifica y perdura hasta el fin de los días.
El post-divorcio puede derivar en un divorcio infinito. El divorcio infinito, como su nombre lo indica, no tiene fin. La persona separada se sume en un frecuente contacto interno y externo con su ex. Ese estado tiene por función evitar el sentimiento de pérdida y soledad mediante diálogos interiores con el o la ex, y elaborar el proceso de cambio. Diversos cuadros clínicos atestiguan la presencia de esta forma particular de «no divorcio» donde la mente del paciente está imbuída de la presencia de la expareja. La convivencia con el otro se ha internalizado, y en la intimidad del sí mismo se desarrolla un vínculo raro hecho de recuerdos, nostalgias, resentimientos y hábitos de pensamiento.
Entre los elementos que habrán de facilitar el desecadenamiento de un divorcio patológico, se encuentran: la elección de pareja predominantemente narcisista, un vínculo de pareja de extrema dependencia, la patología severa o borderline de uno o de ambos de los integrantes, la violencia familiar, rasgos psicopáticos, la asimetría y la dificultad de hacer duelos.
Alizade incorpora un elemento más a tener en cuenta en los divorcios sin fin, y este, es el concepto de «objeto múltiple». La persona que cumple en la pareja una polifuncionalidad relacional se convierte en un objeto múltiple, y es sede de proyecciones e identificaciones proyectivas de numerosas personas que fueron otrora significativas para ese «otro» con quien está en pareja. Lo denomina múltiple justamente porque concentra numerosos rasgos, situaciones, recuerdos y lugares psíquicos:oficia de personaje edípico, preedípico, fraterno, prohibidor, protector , nutricio, etc.
El personaje que encarna un objeto múltiple es un gran heredero: hereda el amor infinito del niño por sus padres amantes,hereda las transferencias infantiles con amigos y hermanos, niñeras y maestros, figuras de autoridad y de prestigio, hereda los odios primitivos y las rivalidades y humillaciones.El exceso emocional volcado sobre la persona, en su función de representante inconsciente de fijaciones objetales conflictivas, le otorga poder y la convierte en alguien de quien es difícil desprenderse.
Tres características principales del objeto múltiple son: las categorías de irremplazable, de imperdible y de perpetuidad. La libido se adhiere viscosamente al ser/objeto convirtiéndolo en un objeto fijo, imposible de ser pensado como intercambiable. Es él / ella y no otro. La instalación de una objetalidad múltiple es más peligrosa que protectora. La peligrosidad estriba en la dependencia patológica que produce.
En muchas parejas el divorcio ha tenido lugar a nivel jurídico y en la realidad material, a nivel inconsciente, continúan intensamente fusionados.
Ambos excónyuges siguen unidos, en una rara forma de cohabitación psíquica.(Bibliografía: » La Pareja Rota» de Mariam Alizade).
Lic.Dolores Rueda