Otro de los temas frecuentes de discusión en la terapia de parejas tiene que ver con lo endogámico(familia de origen) y con lo exogámico( familia que cada uno forma).En estos casos alguno o los dos miembros de la pareja viven inconcientemente con angustia cualquier investidura que compita con los vínculos primarios. La prevalencia e intensidad de lo endogámico traba la investidura y valoración del encuentro con un otro exogámico y no permite el necesario reordenamiento para la construcción de códigos comunes y nuevos. Lo que el otro significa, en tanto original y disruptivo, atenta contra lealtades primarias y empuja más a la retirada que a la consolidación de la pareja.
De lo que se trata en terapia ,es de analizar opciones y no caer en valoraciones:( de qué es mejor, si lo endogámico o lo exogámico en cualquier cuestión)levantar represiones y desplegar en la conciencia de cada uno lo que se juega inconcientemente en el ámbito de los vínculos amorosos, cómo las fijaciones infantiles traban la construcción de un espacio nuevo y diferente, que, desde la perspectiva de la lealtad endogámica, aparece como angustiante y amenazador.
Otro punto importante es el sentimiento de sí( autoestima) de cada miembro de la pareja. Según el Psicoanálisis, el sentimiento de sí es básicamente intrasubjetivo y depende de la relación Superyo/yo, pero la observación del funcionamiento de muchas parejas nos lleva a pensar que resultaría de la articulación de lo intrasubjetivo y de lo intersubjetivo( relación con la pareja).
Los enamorados se autoobservan también desde el otro, se ven a través de los ojos del compañero.El modo en que el paternaire mira a su pareja influye grandemente en la visión de sí de ese sujeto enamorado. Lacan dice: » La autoestima es la estima del otro».Mucho del sentimiento de sí de A, entonces, va a depender de cuánto B coloca en A su Ideal-cuánto lo idealiza-, cuánto lo valora y cómo lo observa.
Otro tema que se observa en el consultorio es lo que llamamos la » escalada simétrica», se llama así a la secuencia interaccional en que a un ataque de uno responde otro ataque mayor del otro en un crescendo de efectos devastadores en el contacto. La finalidad predominante de estos ataques pareciera ser en ambos la recuperación de cierto » poder» o sentimiento de sí a través de la destrucción del otro. Cuando la escalada simétrica se instala, la sesión entra en un terreno explosivo en el que las sensibilidades y sorderas en juego pueden hacer imposible cualquier análisis. Y aquí habría que preguntarse también sobre los componentes sádicos y masoquistas operantes en los miembros de la pareja.
Una problemática recurrente en los tratamientos de pareja es la acusación entre los compañeros de no cumplir con los cánones que la sociedad o ellos esperan en materia de masculinidad/femineidad.
Las culturas asignan a cada sexo diferentes perfiles conductuales y los compañeros plantean como causa de desavenencias, conflictos intersubjetivos que rondan la acusación de » no masculinidad» o » no femeineidad».¿Corresponde que la mujer mantenga la casa?¿Es femenina esta posición subjetiva?¿ Corresponde que el hombre se ocupe de los hijos? ¿ Es masculino?. Todas estas cuestiones suelen aparecer en los tratamientos de pareja. La cuestión es central para la relación amorosa porque, en el sentir de los paternaires, pareciera que si » falla» el elemento masculino o el femenino, esto indica que la pareja está » fallada».
Masculino y femenino son dos modos de ser no complementarios entre sí. Se atraen, pero no se completan ni se oponen. Freud señala la existencia de la bisexualidad, en virtud de la cual, todos los sujetos poseen elementos de lo femenino y de lo masculino. No hay ejemplares psicológicamente «puros» -100% masculinos o femeninos- ni tampoco hay en cada sexo una proporción normativa y categórica respecto de la cantidad de funcionamientos psíquicos de los considerados masculinos que debieran combinarse con los considerados femeninos. Hombres y mujeres son siempre plasmaciones singulares de la bisexualidad.
Lo importante es ver la diferencia y el plus que el paternaire aporta, reconocer la necesidad de ese otro y no la «tintura invertida» de las fantasías en juego.Lo central es la «forma» que tiene el intercambio entre los miembros de la pareja , más que el «contenido» y acá lo más profundo en las cuestiones de la vida amorosa, es la piel.
El analista no puede trabajar sobre la atracción, la magia o la alquimia del deseo, ésto sigue siendo un misterio, pero sí puede ayudar a desbrozar las interferencias que obstaculizan una buena ligazón erótica.( Bibliografía: «Clínica Pscoanalítica de Parejas» de Miguel Spivacow y » La Pareja en conflicto» de Miguel Spivacow).
Lic. Dolores Rueda