En el consultorio recibo muchas consultas de parejas entre 25 y 35 años con falta de deseo y creo que hay un error básico en la concepción de cómo se genera el deseo.Pareciera que las parejas esperan encenderse por el solo hecho de desnudarse en su cama a la noche( cuando en realidad lo que más quieren es dormir). Es verdad que son edades donde muchos están siendo padres y madres de más de un hijo y existe un cansancio real. Sin embargo noto que la expectativa es sentir deseo automáticamente, porque el otro está ahí, y ésto no es siempre así, y menos si lo que se desea es seguir con esa misma persona en una relación duradera.
Al deseo hay que alimentarlo, igual que al cuerpo, sólo que muchas personas no lo tienen en cuenta, pretenden excitarse porque se » aman», pero amor y deseo no van siempre juntos, recorren caminos diferentes. El principal responsable del deseo es cada uno del propio, para luego encontrarse con el otro. La pregunta fundamental que hay que hacerse , es, qué me estimula?, y las respuestas a esta pregunta van cambiando con el tiempo. Si uno hace siempre lo mismo, en la misma posición y en el mismo lugar, es un guión que se sabe por anticipado, como ver mil veces la misma película. La repetición exacta del acto sexual, aburre.Para despertar el deseo es necesaria la innovación, la variedad y la sorpresa. Seguir pensándose como «novios» ayuda bastante a entender cómo se alimenta una relación para que el deseo no se extinga.
También hay muchas parejas que se hacen » trampa». Y se convencen que ya vendrá un tiempo en el que se puedan conectar mejor o más seguido. Yo creo que no hay que dejar de practicar algún tipo de encuentro antes de transformarse en dos desconocidos. Y recordar que el cerebro es el órgano sexual por excelencia , así es que es a él al que hay que estimular y para eso hay que animarse a jugar y a compartir fantasías y seguir viendo al otro como alguien a descubrir y no como alguien ya absolutamente familiar. Pero algunas parejas no se animan a correr el riesgo de crear mínimas distancias para que el deseo se vuelva a encender, a dejar correr aire entre ellas, a hacer prohibido lo permitido.
Poner a la intimidad de la pareja en primer lugar y no para el último momento del día cuando ya no quedan fuerzas, programar encuentros, coordinar «citas» y para las parejas jóvenes comprender que ser» buenos padres «no es meterse en la cama a los chicos, sino todo lo contrario, marcar claramente el territorio de «papá y mamá» . Esta es la enseñanza que les pueden dejar a sus hijos para cuando quieran armar pareja, que vale la pena pasar tiempo con la pareja a solas y a puertas cerradas.
Lic. Dolores Rueda